segunda-feira, 26 de maio de 2008

Sobre la voz de tu voz.
con tintes de advertencia
Desde la muerte de su mujer
ha tenido ese miedo a estar solo.
-María Luisa Bomal, La última niebla.

Lo miro extrañada, tardo un momento en comprender que está llorando.

Me aparto de él tratando de convencerme que la actitud más discreta está en fingir una absoluta ignorancia de su dolor. Pero en mi fuero interno algo me dice que ésa es también la actitud más cómoda.
Y entonces, más que el llanto de mi marido, me molesta la idea de mi propio egoísmo. Lo dejo caminar al cuarto contiguo sin hacerle un gesto, ni balbucearle siquiera alguna palabra de consuelo. Finalmente resuelvo en solamente desvestirme; me acuesto, y sin saber con qué clase de cinismo, quedo profundamente dormida en la cama.

A la mañana siguiente, cuando despierto, hay a mi lado un zurco vacío en nuestro lecho.
Dicen que al rayar el alba, mi marido escapó del pueblo.



























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6 comentários:

Eva Bertlen disse...

Ni pensar en el grito de nuestras alas negras.

Huir de los lechos es algo muy cobarde, pero supongo que una ausencia tan profunda, más que dejar zurcos, habría de dejar avismos.



Acuervémonos, pues

Anônimo disse...

Ahora huye, después la va a extrañar, es inevitable el resurgir del cariño hacia la amada esposa, siempre queda ese pedazo obscuro que no concuerda, que es muy real y que los demás no consideran, pero que el siempre tiene presente.

Saludos.

Homeless Schakal disse...

La delgada línea entre la indiferencia y el dejar hacer.

Esos perfiles de los amores que jamás se van, son los que deberían huír junto con la persona.

Sonia Ló disse...

nose yo que cosas
pero me gustan las fotos de tu
muñeca :)

Invëntor disse...

o samy ando por aquiii. saluditos

Samuel disse...

wooooowww!!

es mejor entrar a este blog de noche, para llevarme un buen susto, nunca se sabe que saldra de ese "cassete"

te doy mi mascara de pyramid head si me dices como lo conseguiste

que dices?