quinta-feira, 9 de julho de 2009

Se supo de una vez en la que 3 boxeadores de la vieja Italia, famosos por ser rompenarices y personas sangrientas y brutales, se reunieron en un exclusivo bar en el centro de la capital italiana.

La gente los miraba atemorizados, se trataba de las bestias más sanginarias jamás conocidas, reunidas en un solo sitio. Sin embargo, la sorpresa de los boxeadores fue aún mayor cuando recbieron ahí mismo en el bar la invitación del mismisimo Capo di tutti capi, a tomar algunas copas en la zona privilegiada de semejante club.

Los hombres, con todo y su fama se acercaron con respeto, y aceptaron la invitación del rey de la mafia, éste, luego de algunos brindis, llamó a varias señoritas y las ofreció a los matones invitados para bailar con ellos. Los hombres, buscando quedar bien ante los ojos de Capone, pasaron a la pista siguiendo a sus acompañantes.

Uno de ellos, luego de varias piezas y satisfecho con la danza de su compañera, le sugirió al anfitrión que bailara él con ella, pues se trataba de una bailarina excepcional.
-Lo siento- negó Capone echándose un trago -los hombres de verdad no bailan.