terça-feira, 23 de junho de 2015

Intensamente Tristeza



Pixar es garantía de emotividad y franqueza. Me cuesta trabajo disimular mis lágrimas en público o en privado (Toy Story 3 me pegó más fuerte que muchas rupturas amorosas), y es que el estudio CGI de Disney es más inteligente que las princesas habituales y los reinos maravillosos. 

Pese a tal declaración, honestamente yo no tenía grandes expectativas de Intensamente. Buena culpa de ello la tiene Dreamworks y sus personajes sosos, sus lluvias de hamburguesas, sus mega perros cansinos, minions primates que confundo con Alvin y las ardillas. Creía que la animación en general se había olvidado de personajes entrañables desde Wall-E o desde el mismo Toy Story. Pero no. En Intensamente encontré personajes que merecen, cada uno, su propio largometraje, no por chistosones, sino por complejos.

Tenemos a Alegría (Cristina Hernández de mi amor), la personificación de la emoción feliz y risueña que comanda los sentimientos de la infante Riley. Ella explicará a la audiencia en 10 minutos cómo funciona el cerebro y qué función cumplen las 5 emociones que junto con ella comandan las acciones de Riley.

Temor evita que Riley se haga daño.
Desagrado dota a Riley de la capacidad para elegir.
Furia hace que Riley obtenga lo que desea.
Y Tristeza... bueno... ella... ¿qué demonios hace la Tristeza?

Desde ahí adiviné que, aunque Alegría es en efecto la protagonista de la película, Tristeza es un personaje incomprendido (dentro y fuera de Riley). Ella no sabe por qué hace las cosas, por qué presiona el botón de llanto, por qué puede cubrir a los recuerdos felices con un aura melancólico ante la sorpresa de las mismas emociones que miran asombrados la habilidad infértil de Tristeza.
¿Qué hacer con ella? La evidente antagonista de Alegría que también tiene su lugar en el cuartel general, aunque sea leyendo los manuales de cómo funciona el resto del cerebro que ni a Alegría ni a nadie le interesa conocer.

La película en fondo se trata de una excelente analogía de la importancia que es tener a Tristeza en nuestras vidas. Dado que Riley es una niña, Alegría no concibe la necesidad del sufrimiento, y busca mantener a Riley brillante, sonriente, porque un niño no tiene otra actitud frente a la vida que es, a esa edad, todo juego y bobadas. Se forman en el cerebro isletas que representan a la personalidad de Riley, muy parecido a esos diagramas absurdos de un cerebro dividido en territorios donde se marcan los intereses más generales. El asunto es que Riley crece, cambia de intereses, que en escrito es la cosa más normal y aburrida para decir, pero dentro del cerebro, estos cambios son catastróficos para mantener el orden que Alegría pretende, déspotamente, conservar hasta el final.

Así es, los problemas surgen cuando llega el turno de Tristeza para entrar en la vida de Riley y amenazar con el totalitarismo de Alegría. Cuando el pensamiento central azul intenta hacer su ruta normal hacia el cerebro, Alegría siente que su imperio se verá modificado, y aunque así debe ser, Alegría no piensa en otra cosa que no sea carcajadas y bobadas. Crecer significa abandonar eso y enfrentarse al dolor. ¿Qué sabe de dolor Alegría? ¿Por qué hacer una escena en el momento en que un sacrificio tiene que hacerse? Alegría representa al infantilismo, mientras que Tristeza representa la aceptación. Era natural que Tristeza, tarde pero segura, tuviera una influencia significativa sobre el mundo abrumadoramente acaramelado de Alegría.

Con esto me refiero al proceso de madurez al que claramente apunta Intensamente en toda su extensión. La habilidad de Tristeza para melancolizar los recuerdos no es una maldición, ni un virus como lo entiende Alegría, sino una parte natural del cerebro para enfrentar a la vida: la nostalgia, el cariño por los tiempos mejores cubiertos de una añoranza agridulce que se desentiende de los días alegres y sonsos que Alegría ha defendido tanto. Es el turno de la depresión, el duelo, la recarga de baterías contra un mundo gris y cruel.


De modo que mientras el mundo feliz e inocente de Alegría se viene abajo, allá afuera Riley está aprendiendo a enfrentar a un mundo que ya no le sonreirá si anda por ahí haciéndola de mono; el caos que ocurre en su cabeza no es ninguna catástrofe aunque eso lo parezca. Por el contrario, es el derrumbe más natural y triste de la vida: El fin de la infancia, el declive de la felicidad despreocupada; el amigo imaginario entiende su destino, Alegría también representa la esperanza, pero ha sido derrocada porque así lo exige el ciclo de la vida, para dar paso al llanto que forja al carácter más completo armado por isletas heterogéneas de emociones.

Así lo vemos en las mentes de sus padres donde, para sorpresa del espectador, la líder ahí son Tristeza en la madre y Furia en el padre. De ahí intuí que su madre en realidad es una persona reprimida, mientras que su padre es una persona más bien enérgica, con todo y la escena genial donde todos en su cabeza están viendo un partido de futbol, algo que me sacó una buena carcajada.

Se puede entonces hacer un profundo estudio del psicoanálisis a partir de Intensamente, como la mente aterrorizada y en pánico del chico que saluda Riley, o la inseguridad en la que vive, lo sabemos, la chica cool de la escuela. Lo que ocurre en la cabeza de Riley es una manera divertida de ver algo tan natural como el envilecimiento y la zozobra del carácter en formación inevitable. La formación del carácter tiene que ver con la emoción y la actitud con la que tomamos las experiencias vitales de nuestras vidas, y todas ellas sirven para algo. Alegría aprende a aceptar la multimoción que el cerebro maneja; Intensamente tiene un cierre feliz porque finalmente Riley pudo llorar.