quarta-feira, 15 de junho de 2011

Carta de un usuario para Omnibus de México

Buenas noches:

El motivo de este mensaje es para darles a conocer a ustedes el terrible y grandísimo defecto que derriba toda la calidad y el empeño que se esmeran en ofrecer en su servicio. Soy un constante usuario de los transportes estatales y nacionales, y recorro muchísimos kilómetros por todo el país durante todo el año; y si algo he aprendido de dichos viajes es que siempre es importante ir cómodo y disfrutar de un buen trayecto ida y vuelta cuando se tienen que hacen traslados tan extensos y constantes. Seguro que ustedes ya saben eso.
Por tal motivo, quisiera hacerles llegar a ustedes una queja sobre su servicio -que sin duda comparto con demás usuarios- y proponer así una solución a este problema que es el gran 'pero' a la hora de hacer uso de sus transportes:
El problema al usar Omnibus de México son las películas que pasan en las pantallas durante el viaje. 
Como frecuente usuario permítanme esclarecer el punto. Es imposible ignorar la película del autobús porque cada asiento a lo largo del vehículo tiene una grande y sonora bocina que no puede ignorarse ni silenciarse de ninguna manera; Aún cuando a veces la bocina incluya un botón de silencio, la distribuición es imperante y no hay quien pueda ignorar el audio del disco aun cuando se quisiera. Esto es un real y verdadero fastidio porque las películas transmitidas en sus autobuses son realmente ofensivas, terribles. Es una vergüenza asistir a tales insultos, y no encuentra uno dónde esconder la cara para no ver esas baratijas absurdas y ridículas que rompen con la pasividad del viaje, porque uno está obligado a ver esas estupideces en la pantalla, verdaderas boberías que lo ponen a uno de mal genio por estarlas escuchando y se termina por bajar del autobús fastidiado y cansado del doblaje tonto y cansino. Sin temor a equivocarme, las peores películas que he visto en mi vida las he visto a bordo de un autobus de OdM, y eso habla muy mal de ustedes, no por el mal gusto que pueda tener el chofer que las reproduce, sino porque nosotros los usuarios estamos obligados a ver una idiotez, y parece que a ustedes no les importa que tengamos nosotros que chutarnos esa basura a la fuerza. En alguna ocasión vi una película de animales parlanchines que tenían doblajes chillantes, agudos y bobos, ¡y no había ni un solo niño en todo el autobús para verla! Sugiero verdaderamente que le pongan atención a las películas que ponen y a las personas que van a recibir dicha proyección durante sus traslados, ya que como dije, no pueden ser ignoradas por el audio tan alto y la posición de las bocinas.
Realmente espero que este mensaje no sea ignorado, pues una ruidosa y muy mala película eclipsa y echa por tierra al resto de su trabajo como compañía de transportes, y uno termina hablando mal con sus familiares sobre el viaje que acaba de tener, porque siempre hablamos de lo asquerosa que estuvo la película que pasaron.
Sin más por el momento repito mi petición de tener un mejor control sobre las películas que se transmiten, pues haber visto una película estúpida es haber estado en un viaje estúpido.

Saludos.

-Lic. Samuel Chavarría García.

segunda-feira, 13 de junho de 2011

El vidente

Hoy fui a casa de Arturo, otra vez, para terminarnos la botella de whiskey que había quedado de la noche anterior. A Arturo le gusta invitarnos a beber en su casa, por comodidad, por economía, no lo sé, pero vamos.

Ahora fui yo solo, y curioseaba entre su librero mientras él organizaba la música. Me gusta husmear en los libros de Arturo, tiene autores que he leído pero que no tengo; tiene también libros antiquísimos y antologías envidiables. De ahí tomé al azar la edición de "Narraciones extraordinarias" de Porrúa y empecé a hojearlo sin ningún fin. -Siempre haces eso. -dijo Arturo desde su silla. -¿Siempre hago qué? -Siempre agarras ese libro de Allan Poe y buscas El Cuervo, luego me dices que es la misma traducción que la de Editores Mexicanos Unidos.

Lo cerré avergonzado y me quedé con una extraña sensación de no ser yo ningún secreto, ningún enigma, y me sentí aliviado.