quarta-feira, 6 de novembro de 2013

El roble en la caverna

1er lugar Convocatoria NecroFFyL: Jornadas de muerte y erotismo

Pues corrí, no alcancé sino su sombra
o en mi prisa creía que la alcanzaba,
o soñé que corría tras su forma.
-G. Owen

El paso inseguro de los pies de Lucius era lo único que podía escucharse en los profundos túneles de la cripta. Aunque recibían a varios visitantes, Lucius sentía la soledad gélida del pasillo negro no construido por humanos, pero sí para ellos. Le habían prometido que ahí lo encontraría.


Escaleras.


Advirtió el hombre que iba detrás de él con la linterna. Uno pensaría que quien lleva la linterna debe ir al frente, pero no aquí. Lucius se golpeaba en cada esquina, las manos le apestaban al moho de la pared interminable; Lucius se sabía perdido entre los reducidos pasajes subterráneos, pero no debía mostrarse abandonado ante su guía. Lo único que ayudaba a cuidar el paso era su sombra negra serpenteando al frente sobre la tierra blanda, y de cuando en cuando, la voz áspera, ahogada en eco, de aquel supuesto guía.


La reja.


Dijo el hombre de repente y Lucius paró en seco. Notó al frente los barrotes blancos de una reja incrustados en la reducción del pasillo, como queriendo dividir una oscuridad de otra.

De pie frente a la reja, Lucius trataba de vislumbrar algo al otro lado del pasillo. ¿Será aquí? Pensaba para sí mientras contemplaba la reja de hierro cuya cerradura parecía tratar de protegerlos. Un tintineo de llaves resonó por el pasillo al tiempo que el guía esculcaba sus caderas bajo un hábito viejo. Con las llaves en mano, el celador se abrió paso; detrás de él, ya sin luz, Lucius sintió el peso de la oscuridad en la caverna. Luchaba mentalmente por no imaginarse absorbido por unas manos que lo jalaran al detrás oscuro, o perder el paso de un guía malhumorado.

De pie frente al carcelero, Lucius sintió la urgencia de volver a la luz, sintió cómo el vacío rozaba sus espaldas, y cómo el encierro le rompía las manos ante una reja oxidada que en nada podría ayudarle.

El monje se apartó del camino y dejó que Lucius fuera al frente. Apresurado por volver al claroscuro, el visitante cruzó el umbral que se imponía negro y esperó a que el monje cerrara tras de sí la reja con llave. ¿Había que estar agradecidos con esta persona?


Cuidado al frente.


Dio aviso el encapuchado señalando la continuación del pasillo negro.
Lucius siguió adelante aún con el paso inseguro. Notó que tras la reja los caminos ya no se dividían; ya no había que elegir entre izquierda o derecha, recto o desvío, abajo o más abajo. El pasillo, túnel de gusano, se iba reduciendo a un punto claustrofóbico que invitaba, como rescate, a un arranque de ansias que lo obligarían a perderse.

Pero no lo hizo. Nunca se separó del monje. Siguió apoyando un pie al frente, lento el otro, lento el otro, más lento el otro; en cada paso, un fuerte olor de vino amontillado penetraba sus narices y sus poros. Lucius se replanteó la idea de qué era lo que estaba haciendo allí, en aquellos túneles infernales, por qué sufrir ese abandono, por qué someterse a la frialdad de la tierra, por qué no mejor buscar el origen de aquel aroma a vino viejo y beber ahí mismo, con Fortunato o con Hades o con cualquiera que estuviera ahí cerca; ¿qué importaba si nunca encontraba a Damián?, ¿qué importaba si al final todo fuese un timo y lo sepultarían ahí en una fosa abierta, sin su dinero ni su amigo? Sentía que lo importante era huir y no estar ahí en el descenso seguro hacia el quién sabe.

Mientras cavilaba en esas ganas de escaparse por el profundo callejón oscuro, Lucius no advirtió el momento en el que había ingresado a una cámara abierta, amplia como una cúpula, iluminada en las alturas por débiles llamas de fuego como ésa que desde atrás lo había acompañado por la tunelera.

Al extremo de la enorme gruta, Lucius pudo identificar una puerta de roble incrustada en la última pared de la cripta, dispuesta ahí apenas cruzado el corazón de la cúpula abierta. 


Haga lo que haga...


Advirtió el monje apenas vio que Lucius se encaminaba por la gruta. 


Haga lo que haga...


Repitió en tono severo para insistir en el valor de su advertencia.


...regrese.


Y con luz alta en la mano, volvió a introducirse en las profundidades de la tierra dejando a su acompañante solo, aún más solo, en aquel calabozo de nadas entre el túnel, la luz y la puerta, preguntándose si acaso Damián también había cruzado antes el mismo umbral de trayecto, preguntándose cómo podría hallar el regreso a casa, dónde iba a esperarlo el monje, o si acaso era correcto llamarlo monje.

Vuelto a la vastedad de la cripta y la puerta, Lucius cayó en cuenta que realmente él no quería esto. No quería saber si Damián vivía o si estaba solo. Lo que quería era a él y no esto; no este agujero de nada; túnel sin principios, ni latitudes, ni Damián, aun cuando fuese verdad que ahí estaría. Al menos eso fue lo que le dijeron a Lucius cuando le contaron sobre la caverna: le dijeron que sí, que había un portal para verlo, que costaba tantas monedas, que caminara hasta el final del pasillo y que ahí lo encontraría, como si aquella cripta fuese el prometido y necesario almacén de hombres y mujeres amados. Pero no deseaba esto, no a este falso o verdadero Caronte vigilando sus espaldas en la saturación de la caía más negra, en el camino cerrado que lo introducía hacia útero de un abismo, lejos del árbol, del café de olla y de la biblioteca que tanto hubiera querido mostrarle a Damián. Pero Lucius no llevaba consigo bibliotecas, ni café, ni cigarros, ni nada. Era sólo él ante la sombra de la promesa. 

En la soledad del enorme hueco, Lucius tomaba fuerte el picaporte que abría la puerta. Lo tomaba firme. Muy firme, como deseando destruir el pomo antes de poder girarlo. Y así, con la mano empuñada sobre el latón del pomo, Lucius cerró los ojos, tomó un respiro, relajó el cuerpo, y concentró su mente en la oscuridad de los párpados que ya se antojaban mucho más iluminados que los propios pasillos de la cripta.

Dentro de aquel silencio, asido a la puerta, Lucius comenzó a escuchar una débil respiración; no era su respiración, era una respiración. Algo detrás de la puerta inhalaba fuerte, exhalaba suave, y resonaba otra vez con la paciencia de un hombre que está dormido. Un hombre grande, corpulento, de nariz abierta, como Damián.

Lucius pegó entonces el oído sobre la fría madera y dejó ir el picaporte para escuchar con mayor atención aquel respirar que parecía venir de alguien que dormía erguido.


... ¿Damián?


Susurró Lucius, pero la respiración seguía apacible, como quizás lo ha estado durante esos cinco largos años. La rítmica resonancia le hizo recordar a Lucius que Damián siempre tuvo el sueño pesado.

Entonces se quedó ahí, inmóvil, recostado sobre el roble en la caverna, escuchando la respiración apacible que se exhalaba al otro lado. No hubo voces, no miró a nadie, no contempló la silueta de nada. Sólo hubo un descanso pleno luego de haber buscado tanto tiempo esa puerta negra de la que tanto se había hablado en leyendas y libros. Lucius no abrazaba la puerta, lo abrazaba a él, inclinado sobre aquella entrada vieja, separados por un simple girar de perilla.

Lucius se reincorporó despacio, y una vez recompuesto sobre la puerta de roble, dio media vuelta y volvió al túnel por donde había venido.

segunda-feira, 28 de outubro de 2013

The Big Bang Theory Fractal Exposition

Comencé a disfrutar mucho más The Big Bang Theory (TV Series, 2007) luego de ver el episodio piloto no transmitido (unaired).
TBBT se aprovechó de un círculo virgen y rico para una comedia. El geek, el friki, ése que es patético, triste, torpe, inadaptado, akward, endeble, avionado, depresivo, infantil e incomprensible. ¿Cómo es que nadie había visto antes los terabytes de pleno entretenimiento en personajes como éstos?



El piloto no lanzado trataba de ridiculizar al geek en vez de mostrarlo como un estereotipo divertido para propios y extraños. En él, Leonard y Sheldon viven dentro de una compleja burbuja que sólo ellos entienden bajo un ambiente tan ensombrecido que ni siquiera ellos estaban cómodos con sus personalidades (inclusive el departamento es terriblemente oscuro). Parecía que había un miedo por parte de los productores de hablar sobre personajes que ni ellos conocían, y preferían exponerlos como llaves cerradas que quién sabe de lo que estarán hablando. Hacerle bully al geek por cómo es, evidenciarlo como un impedido, insultar finalmente.

Era necesario sacar a estos geeks hacia un punto incómodo para ver sus faltas y torpezas. Entra entonces Katie, la después reemplazada por Penny, que derrocha una actitud descaradamente slutty, hueca y agresiva y que obligará a los nerds a salir de su burbuja de pizarras y algoritmos... ¿para qué? Para humillarlos, menospreciarlos y reconocer que lo que ellos hacen y quienes son no le interesa a absolutamente nadie.
Hasta aquí, Katie se inclinaba a ser la protagonista de la serie, la que lidiaría con ellos y les enseñaría cómo sostener una cerveza o, por supuesto, anatomía femenina. El truco era reducirlos a la ingenuidad, como si hubiesen nacido ayer, como si jamás hubiesen intercambiado frases con persona alguna, porque eso hace a un nerd, ¿no?



Afortunadamente, Chuck Lorre cambió a su equipo y con ello cambió también el alcance de la comedia y el aprecio a los personajes. En lugar de tener a un Sheldon que bebe y baila en favor de la ciencia, El Dr. Cooper se convirtió en un personaje entrañable por ser alguien extraño pero no inconexo con el mundo que lo rodea. Sheldon es cínico e inocente, seguro e inseguro, inestable en el orden matemático de su rutina. Para Sheldon, la ciencia es su personalidad, no su modo de ser a con el mundo. Mientras que el piloto dirigía a Sheldon hacia el bullying y a vivir junto a una pizarra, la evolución de TBBT lo convirtió en un icono de identificación del público en el menor de sus t.o.c.s, y acaso todos conocemos y queremos a un más o menos Sheldon en nuestras vidas , no por nerd, sino por Sheldon. No nos reímos de Sheldon, sino que disfrutamos su imposibilidad de entender al mundo, pero no por ello es un desadaptado; al contrario, Sheldon, en toda su sheldonidad, es un referente inequívoco del geek interior, ése que no nos avergüenza ni que hay que sacar a pasear sólo para ver qué sucede. Sheldon se convierte en la humanización del geek interno y se manifiesta en un personaje tan rico en capacidades cognitivas que no hace falta sacarlo de su zona de confort para verlo frustrado e incómodo con el mundo. Comprendemos a Sheldon no por obsesivo, sino por Sheldon: humanización de lo raro y divertido que disfruta de lo geek sin fracasar en el mundo.

Leonard no cambia mucho, desde el principio Leonard es convincente como el adultescente que es, y no tiene miedo de usar sus referencias de físico para explicarse. Leonard es sensitivo al tiempo que posee un apetito sexual que no lo delata como un mediocre, es capaz de sonreír en la vergüenza que le dan sus hobbies, y de todos, es el personaje de mayor temple y problema social aun cuando su personalidad humilde y atenta lo obliga a hacerse pequeño en situaciones muy serias. Leonard está construido a partir de un ideal geek que, a diferencia de Sheldon, sí que invita a querer ser similar a él.

Todo esto trae de origen al estereotipo, como lo comenta Jorge Cham en una conferencia. Pero ahí, Cham, autor de las viñetas igualmente socially awkard PHD Comics, reprueba a The Big Bang Theory por exponer al geek como un estereotipo. Yo estoy en desacuerdo con él, el geek es un estereotipo, y todas las series se basan en esa fórmula: construir a un personaje que tenga X ó Y obsesión, sacar provecho de dicha obsesión y mostrarlo como imbatible en dicho talento, sea comedia, policiaca o drama. TBBT restaura al geek en una cultura mundialmente capitalista, y nos recuerda que existen personas como Amy o Stuart (quizás mi personaje favorito) que conviven en el mundo con la problemática de ser una minoría que no se le ha prestado atención. Si la sociedad sigue estereotipando al joven físico, no será por TBBT, sino por su incompatibilidad con la persona dicha. ¿Por qué no darnos la oportunidad de divertirnos con personajes de los que no sabemos nada pero asumimos formas de su rareza? Fue la premisa inicial de la serie.

Penny vino a rescatar la serie de una manera sutil y a tono con el resto de los personajes. Claro, se presenta como una Girl Next Door hueca e ignorante, pero no es ninguna estúpida, ni es sobradamente slut. Guapa, extrovertida, normal, Penny no buscaba ridiculizar a nadie, ni aprovecharse de nada. Fue una innocent bystander que tuvo que integrarse al grupo paulatinamente hasta evolucionar con ellos. No hizo falta transformarla, ni ponerla en una distancia obvia, simplemente interactuar con Penny era un juego sincronizado por el caos y el akwardness, pero nunca a desatino ni reprobación de nada. Acaso cuando se enfadaba, era natural que Penny expusiera lo distinta que es, pero eso sólo hacía que se convirtiera en un elemento necesario por aportar algo a la serie que fuera más o menos portal hacia la gente más vana, pero nunca desbaratando el ambiente friky que dirigía la acción de las cosas.


El resto de los personajes femeninos: Amy, Bernadette, Priya y Leslie, son el punto de la balanza que equilibra lo incómodo con lo cómodo. Me gustaría muchísimo incluir a Lucy porque siento que Kate Micucci entra como zapato a TBBT, pero no parece que vaya a regresar. Es una pena, porque si había que tener a una mujer tan awkard y tan simpática como la propia serie, sólo podía ser Micucci.

En fin, la serie creció y con ella sus personajes. Howard se desposa y sale de casa, Leonard mantiene su relación con Penny, Sheldon obtiene un éxito profesional que parecía no poder conseguir nunca (y novia también), y Raj logra hablar con mujeres sin el boost del booze. No es fácil hacer crecer a los personajes y que sigan cuadrando con el tema. Ya hemos visto a Los Simpsons con un Bart que tiene 10 años hace 20, y a un grupo de Friends que nunca podrán hacer otro papel en su vida. Pero el grupo de Leonard crece y se nota, pero no se despega del encantamiento geek que observamos de fuera sintiéndolo adentro. Quizá haya algo o mucho de proyección de mi parte a con los personajes, pero si la serie es tan exitosa, quiere decir que somos muchos los que encontramos divertidas las referencias a Star Wars, Matrix, D&D, gaming y lo socially awkward.




Para mí ha sido un acierto el mostrar la inestabilidad de la cultura geek. A diferencia de Cham, creo que le vino bien a muchos frikis poder salir del clóset nerd y llevar con orgullo playeras de Bazinga!, o cantar el tema de intro con un estruendoso BANG! como si fuera el himno mundial geek (¡Nosotros construimos las pirámides!) demostrando con ello que hay comedia en las habitaciones más incomprendidas, quizá por ello aún más interesantes.




quarta-feira, 9 de outubro de 2013

El escritor es el asesino



Luego del fiasco que me llevé viendo Read or Die! (2001), perdí la esperanza en que el escritor, como personaje con todos sus clichés y estereotipos, fuera material atractivo para una serie o un ánime. Desde muy joven me di por enterado que los escritores, lejos de la ficción de una novela, no son como tales héroes, ni aventureros, ni tienen agallas; no serían nunca protagonistas de series trepidantes llenas de misterio ni salvarían nunca el día*.

Esta tarde pasé el día viendo The Following (Fox, 2013), una serie que salió a conversación leyendo un libro de Edgar Allan Poe. La serie, protagonizada por James Purefoy, Shawn Ashmore y Kevin Bacon, me dejó replanteándome la idea de que en el aburridísimo oficio de escribir, puede existir algo más intrigante y misterioso que citar a Walt Whitman.

Claro, la novela de misterio es en sí literatura pensada para el suspenso, pero no es literatura misteriosa. Nos reconforta la certeza de que el escritor es un cincuentón asillonado de tacuche y lentes que va a conferencias y bebe mucho. The Following contrapone a este estereotipo dominante con un escritor encantador, psicópata y titiritero al estilo de Hannibal Lecter o Jigsaw. Presuponemos que el escritor de novelas de misterio sabe, en teoría, ejecutar un asesinato, dirigir a sus personajes y sorprender al mundo con pistas nuevas y traiciones y venganzas. Al mismo tiempo sabemos que un escritor es incapaz de agarrar un cuchillo bien afilado.

Viendo al personaje de Purefoy, Joe Carroll, caí en cuenta de que el escritor puede ser trepidante en su vida, no sólo en sus libros. Carroll es un maestro ejemplar de literatura, enamorado de su profesión y buen consejero de adolescentes. En la serie, Joe hace guiños a la obra de Allan Poe en los numerosos asesinatos que lleva a cabo como mente maestra aun estando en prisión. Acaso esta idea ya había sido más o menos explotada por la película The Raven (2012), con un Allan Poe pésimamente interpretado por John Cusack que va un paso detrás de los asesinatos ocurridos en reproducción física de sus historias (plot que también ocurre en Castle (abc, 2009) serie que de momento prefiero pasar por alto). Este Allan Poe es más un rastreador de pistas que un escritor, o que un Allan Poe en todo caso; el personaje Joe Carroll es una mezcla de The Joker con William Faulkner buscando someter a expertos en criminología usando su conocimiento y el poder literario. Si tal cosa existe, él, cruzado de brazos, logrará demostrarlo con la elocuencia y genialidad que sólo podría tener, justamente, un escritor.

La verdad es poco lo que puedo decir sobre The Following (espero a que se cargue el 4º capítulo mientras escribo esto), pero sí es mucha la percepción que, aunque absolutamente ficcional y manipulada, me deja deseando sobre el oficio de ser escritor, lejos de la tediosa Academia y los pesados libros jamás leídos. 
Pensando en la personalidad ideal para un escritor, me vino a la mente de inmediato Californication (Showtime, 2007), serie que tallo en piedra en mi Top-5 y que muestra a un escritor viviendo el absoluto sueño americano junto con su simpatiquísimo mánager. En Californication el éxito como escritor es desbordante mientras que el código moral desciende hasta llegar a las orgías, las drogas y la violencia. Durante mucho tiempo quería visualizarme siendo ese Hank Moody al que admiraba su serenidad para resolver los problemas y la gracia de sacar un comentario cínico en la peor de las circunstancias. Hank es un anti-héroe mujeriego y alcohólico, un sex symbol entre los de por sí ya idolatrados Best Sellers, es decir, es también un estereotipo, al menos del joven escritor norteamericano.

Joe Carroll y Hank Moody son entonces dos escritores protagonistas de su vida y no de su obra. ¿Es posible para un escritor ser más interesante que sus novelas sin tener que ser huérfano a los siete o sufrir de algún trastorno psicológico? Estoy seguro que no. Cuando faroleo de ser escritor recibo dos tipos de respuestas: 1) "Qué cosa más de hueva", o 2) "Qué padre, yo también quiero escribir ¿qué me recomiendas?". Es decir, nadie visualiza a un asesino serial jugueteando con el FBI a placer, ni a un semental inmune a la heroína como el personaje de Duchovny. Para que un escritor sea protagonista de una historia de misterio, el que sea escritor ayuda poco o nada, como el caso de Misery o The Shinging donde tanto Paul como Jack bien podrían haber sido alfareros y ningún cambio sustancial habría.

Pienso en los universos estáticos del escritor que lo impulsan a crear obras increíbles. Pienso que no es requisito morirse para escribir bien sobre la muerte, pienso en el personaje de Bored to Death (HBO, 2009) y su necesidad de salir a vivir aventuras para poder escribir una novela. Pienso también en lo desinteresante que es el escritor del que no sabemos nada, efecto que no ocurre en otras profesiones como Skater profesional o borracho de alquiler.

The Following presenta así la posibilidad del escritor para ser una mente criminal maestra sólo por el hecho de ser un escritor; así como la posibilidad que podría tener un maestro de química cocinando metanfetamina, o un psiquiatra que encuentra en el canibalismo una filosofía inobjetable.



*Obviaré aquí a escritores de videojuegos como Harry Mason o Alan Wake, por ser también copartícipes de la acción con las agallas del jugador.

domingo, 6 de outubro de 2013

Liebster Awards Nomination

Cientos de gracias para los chicos de llave sin puerta por nominar mi sitio web para Liebster Awards. Estoy honrado por el reconocimiento.



A continuación responderé a las 10 preguntas que se incluyen la nominación. ¡Gracias de nuevo!


 -¿Por qué decidiste empezar tu propio blog? 
Cuando estudiaba en la Facultad de Filosofía noté cómo la escuela se interesaba poco por la redacción de los estudiantes y no los motivaba para escribir ningún tipo de texto que no fuera el académico. Comencé a hacer mis ejercicios de redacción en un Fotolog donde hablaba de reflexiones personales, opiniones del día a día y otras chaquetas mentales y a la gente parecía agradarle mucho cómo escribía.
Por angas o por mangas cerré mi cuenta de Fotolog pero seguía con ganas de publicar y seguir siendo escuchado. Llegué a Blogger buscando una plataforma de contacto con otros escritores, muchos de mis compañeros universitarios tenían uno y consultaban otros tantos, haciendo de Blogspot una especie de comunidad de escritores independientes.


 -¿Buscas una meta a largo plazo con tu blog?
Busco convertirlo en una especie de archivo personal para rastrear mi crecimiento como escritor. No me gusta tener carpetas y carpetas apiladas en Mis Documentos de trabajos que he hecho y que se perderán sin salir a la luz. Blogger me sirve para recibir comentarios, ser leído y registrar mis pasos hacia alguna suerte de consolidación creativa.


-¿Cuál consideras tu entrada más importante? O al menos la más especial
Tendría que ser "¿Por qué los hombres aman a las Girl Gamers?", es una pequeña reflexión que surgió luego de que amigos y yo fantaseábamos con la novia perfecta, y coincidimos que debían jugar videojuegos. Es la entrada más importante porque pude reusarla para una mesa de lectura Kitsch en la Facultad de Filosofía y Letras, y como currículum para ser contratado por una empresa de desarrollo de videojuegos.


-¿Consideras que tu estilo de escritura está influenciado por alguien? De ser así, ¿quién y por qué? 
Seguro he recibido influencias de Montaigne, Vila-Matas, Fernández Gonzalo, Humberto Eco y Juan Villoro, pero no sabría identificar hasta qué grado, porque nunca escribo para imitar estilos, sino para hacer el mio, sea o no un monstruo de Frankenstein, me gusta saberme yo en cada palabra que elijo. Pienso que lo que yo hago es un ensayo sin ataduras, un debraye mental, una charla de fantasmas. Me gusta sentirme libre en lo que redacto.


-¿En qué dirías que tu blog se distingue de otros que tocan temas similares? 
Pienso que es la honestidad y la imparcialidad con la que trato temas que me gustan. Aquí hablo sobre videojuegos, literatura, ánime, poesía y otros temas que me apasionan, pero siempre intento manejarlos de forma directa, global, con gusto pero sin censura. Acaso la simplicidad es algo que disfruto de mi página y acaso sea también lo que provoca poca atención, pero me gusta la sencillez y el minimalismo en las cosas.


-¿Qué puedes decir sobre el diseño de tu blog? ¿Tú lo creaste, es una plantilla que te gustó especialmente?
Es una plantilla predeterminada a la que modifiqué el fondo de pantalla y la columna derecha. Los tonos oscuros siempre me han dado una sensación cálida y, dado que este blog es algo similar a una casa de pajas mentales, me pareció que tonos oscuros los mantendrían más cómodos. También la iluminación en la página se parece muchísimo a mi cuarto real.


-¿Qué crees necesario para que un blog o una página web resulte atractiva? 
El diseño es el 60% de una página web. Cuando trabajé con diseñadores entendí que debes hacer las cosas obvias en una página, con algo de dinamismo, pero cuidando la practicidad de navegación. El contenido deberá ser breve, al menos para mí que me cuesta trabajo leer en computadora.


-¿Cómo manejas la publicidad? ¿Dónde dejas links y por qué?
No manejo publicidad. Los ads me parecen una falta de respeto. Acaso apoyo a dos o tres amigos durante un tiempo con promociones en la columna, pero eso es todo.


-¿Cuál es la obra de arte más importante en tu vida? (libro, pintura, canción, etc.) 
Libro: Drácula de Bram Stoker. Este libro me provocó miedo, tristeza, desesperación, sorpresa. Me confirmó mi pasión por la lectura.

Pintura: Las meninas de Carlos Velázquez. Ver esa pintura es como vivir un universo paralelo donde soy un rey. Me da una idea de otredad dentro de mí, me personifico en la pintura.

Canción: El hombre que casi conoció a Michi Panero de Nacho Vegas. Esta canción me hace estar en paz conmigo mismo, alzar mi copa y alegrarme de mis pequeñísimos triunfos.

Película: The Matrix. Siempre descubro cosas nuevas cada vez que la veo, sea en filosofía, cyberpunk, religión, es una película muy compleja y justificadamente alucinante.

Videojuego: Silent Hill. No sabrás lo que es el miedo hasta que juegues Silent Hill a solas y de noche.


-¿Consideras Blogger una red social funcional en términos de interacción y discusión?
Pienso que sí. Su número de usuarios es reducido, y quizá podría buscar una forma de hacer el formato más amigable, pero que exista Facebook no resta valor a los bloggeros que se han destacado por hacer profundas observaciones, ser amistosos con gente extraña y saber escribir. Creo que ése es un círculo importantísimo.


sexta-feira, 30 de agosto de 2013

Teatro Bárbaro: La fe de los cerdos





“La fe de los cerdos” es un paseo por las cloacas de la baja sociedad. Es un punto medio entre lo repulsivo y lo cierto con insinuaciones de violencia, pesadez, hastío y horror. “La fe de los cerdos” presenta los interiores del estómago, las vísceras de la tristeza allá abajo, una forma de mostrarnos las tripas de cerdo antes del guiso.

Comienzo diciendo esto a manera de sencilla conclusión para que más o menos usted pueda entender los porqués de lo que voy a señalar en esta apreciación. En primer lugar, la puesta en escena tiene un muy afortunado escenario. El Foro Subterráneo donde es desarrollada ya representa justamente el viaje que la obra pretende dar. Para ver la obra, hay que bajar unos escalones precipitados, sentir la humedad de la tierra, incomodarse frente a la bienvenida que hace una cabeza de cerdo, y luego, instalarse dentro de la escena. Así es, cuando vi las sillas de aluminio colocadas para nosotros a un breve metro de una mesa con vísceras y junto a un hombre sucio trapeando el piso, pensé que la obra iba a ser de ésas que no gustan, que caen mal, que mojan al espectador, le acercan un cráneo a la cara y le gritan a uno de frente. Siendo honestos, yo me senté en la silla con la guardia arriba, esperando a que en un arranque aquel hombre me echara el trapeador encima o que un cubetazo nos moje a todos con sangre y mugre. Pero no, pese a la distancia casi nula entre las sillas y la escena, hubo un buen respeto al público en todo momento (nos habremos salpicado un poco, pero no fue intencional) y ese respeto me permitió disfrutar más el horror que se desplegaba en la penumbra de la sala.

Luego de admirar ese escenario oscuro, verdadero y sin artificios, nos dedicamos a observar al indigente que trapeaba. Me gustan mucho las obras que inician antes de que el público llegue. El hombre trapeaba un poco nervioso y asustado, pero seguía trapeando con prisa y miedo. La obra busca ser tan palpable y honesta que se ahorró los protocolos de “le recordamos al público…”, “segunda llamada”, “principiamos”, etcétera. Nada de eso; aquí desde el inicio se dio prioridad a la obra misma, sin arreglos falsos, y así fue el resto del evento.

He tratado de evitar responder sobre qué se trata la obra porque pienso que el no saber qué es lo que va a verse allá abajo enriquece mucho la experiencia. Lo cierto es que si en la calle recibe usted un flyer de la obra, considere esto: La peor parte de “La fe de los cerdos” es esa sinopsis que trae en la publicidad. Ese fragmento cantinfleado y exagerado sobrecarga lo que obra en realidad ofrece; es ambigua, repetitiva y engañosa. En parte fue bueno que no dijera bien de qué va, pero tampoco se vale que pretenda asustar con un desfile de palabras repugnantes sin fondo ni son. Puedo decirle que la obra busca ser repulsiva, oler mal, provocar algo de incomodidad en el espectador, y sí lo consigue, pero de forma amena, nada de hediondeces ni mierda por todas partes. “La fe de los cerdos” es densa, pero para nada insoportable.

En cuanto la actuación, increíble el sacrificio que pone cada uno. Fabián, interpretado por Rogelio Quintana, tiene la vista de loco que se necesita, la voz lastimada, las manos temblorosas, la suciedad precisa del bajo mundo. Algunas veces sus discursos sonaban muy artificiales, y eso se nota más cuando todo el escenario es real, pero Rogelio está a la altura de las exigencias de la obra. Lo mismo o más está Rosa Peña, quien se muestra sin miedos como una especie de monstruo feminoide, enajenada, dominante, fuerte y perturbadora. Es en su personaje, Modesta, que recae mucho del peso de la obra, y lo hace increíblemente bien. Nunca pierde el piso, no se le nota un ápice de ser humano, es dueña del lugar completo.

Luego aparece la doctora Ruvalcaba, quien funciona como el hilo de identificación con el público al ser la única persona “normal” de toda la obra. A la doctora, interpretada por Yaundé Santana, le da asco el sitio tanto como al público, reconoce que apesta, siente el mismo miedo por Fabián que sentí yo cuando lo vi trapeando con ojos descompuestos, y finalmente, sale corriendo espantada de lo que hay en el sitio. Pese a ello, creo que a Yaundé se le notan mucho las acotaciones a la hora de actuar; es decir, algo hay de mecánico en su actuación, y como dije antes, cuando el escenario usa cabezas de cerdo y vísceras reales, resaltan más sus movimientos y diálogos ensayados. Sabe llorar, definitivamente, pero su breve participación me pareció plástica en relación a todo lo demás.

Aunque la doctora Ruvalcaba es el puente entre público y escena, el personaje que más me agradó fue el que interpretó Miguel Serna. Toby, un hombre con retraso mental no parece ser consciente de los horrores en los que vive con sus hermanos. Toby es sumiso pero no deja de sonreír como idiota, es gracioso cuando debe serlo, da lástima cuando debe darla, es torpe, servicial y majadero como lo es un retrasado. Con Serna me pasó lo que con Rosa Peña, dudaba de que hubiera un actor con vida normal detrás del personaje, pensaba si acaso no son así realmente, me convencieron de principio a fin. Toby es, a mi ver, el personaje más natural de “La fe de los cerdos”. Mientras que el resto de los personajes están conscientes de su trastorno, Toby es feliz en su estupidez, le reza a Thalía, babea, saca los calzones. Quizá donde me pareció más débil fue cuando da la plática de su abuelo, que aunque lo hace muy bien, se antojaba más torpe y menos nostálgica. La historia que relata es terrible, morbosa, pero la cuenta tan nítidamente bien con su voz de imbécil que uno no se la cree que alguien como Toby pueda contar esa historia de miedo con una fluidez que no había tenido durante el resto de la obra. Como digo, no lo hace mal, pero a mi ver le faltó más entorpecimiento característico del personaje.

Berny es también un personajazo. Él viene a darle un boost a la escena. Mientras que la doctora se vomita, Modesta se regocija en la mugre y Fabián huye de ella espantado, Berny entra a escena bailando una cumbia como quien entra a su casa, pone las tripas en la mesa como si fuera a hacerse un cereal, y comienza a dar un discurso potente, energético, que se aleja del asco y en su lugar, lo abraza, lo celebra, “soy el taquero más chingón” y eso rejuvenece a la obra en el momento adecuado. Berny es un macho cabrón, un tronco invencible, un hijo de la chingada. Pienso que un ambiente como éste genera a brutos tales como éste y por eso, su aparición es precisa y acorde, además, Alejandro Navarrete parece divertirse tanto como el propio personaje que encarna, se nota natural, sincero, y su interpretación se disfruta tanto que ese disfrute se lo contagia también al público. Es agradable ver cómo un actor se divierte de ese modo con su trabajo.

Luego entra Fátima Íseck representando a un personaje doble. Catalina es cínica, tramposa, corrompida por sus hermanos, y uno llega a sentir rencor por cómo trata al indefenso de Fabián. Ese rencor, aunque justo y noble para el fin de la obra, contrasta mucho con el otro papel que Catalina presenta en la obra de una manera tal que hasta ahora no sé cómo digerir. No sé cómo describirlo sin dar mucho spoiler, pero puedo decir que, aunque el guión así lo exija, ver a dos personajes tan distintos entre ellos es desconcertante. Para hacer más hincapié en las diferencias entre, digamos, Caty y Catalina, uno de los papeles es tan bueno que termina por eclipsar al otro a base de gritos, llantos, desnudos, humillaciones, para luego convertirse en una mujer despreciable, antipática y maldita. Es curioso ver cómo en un momento la están ahorcando y sentimos lástima por ella, pero a la escena siguiente queremos ser nosotros quien la ahorque, y simplemente ese altibajo de foco a Catalina desconecta más de lo que uno quisiera. Quizá tiene que ver con la parte en que Catalina es tan engañosa que efectivamente nos engaña a todos, pero a mí me costó mucho trabajo entender ese juego. Íseck lo hace de maravilla en su papel de víctima con una profesionalidad verdadera, luego siento que esa genialidad le estorba a la hora de desarrollar más al personaje.


Y bueno, éstos son los actores y sus personajes que llevan a cabo “La fe de los cerdos” en una obra de buena propuesta que casi parece recriminarnos por comer cerdo, pero lo hace tan sutil que, si bien es cierto nos sentimos culpables, también aceptamos nuestra condición de ser animales del asco. Si debo confesar las partes débiles de la obra, diría, además de la sinopsis que es injusta con la obra, que el final se siente muy elaborado, después de haber mostrado corazones, tripas, muerte y vómito, degollar una cubeta no se siente del todo bien. Detallitos mínimos como ése que finalmente no son culpa de nadie, por ejemplo el uso de drogas que no vienen a hacer nada ni afectan a nadie, o el aromatizante Glade de color cielo tropical precioso sobre una mesa podrida con tripas y sangre. También me costó trabajo entender el plot de la obra, no sabía si Fabián era un carnicero, y no le creí a nadie cuando se presenta como elevadorista. Huecos como ése no desbaratan la obra, pero sí obligan a poner más atención de la que uno quisiera. “La fe de los cerdos” cuenta con un ambiente bastante esférico y un elenco muy profesional, desinhibido, que entiende el trastorno y muestra la decapitación de la sociedad, sin ser por ello grosero ni repugnante. 

quinta-feira, 15 de agosto de 2013

Stalfos me llevarán a casa

Subo,
loma de Hyrule,
en tu lluvia canta el búho,
brotan esqueletos en la tierra,
y ahí voy sobre tus aras de planta en movimiento
acariciado por un sol sin día,
Epona persigue Poes como tarántulas en frasco
Grandes bloques de hielo extinguen a una raza
en el gran río de los Zora.

Y ahí voy sobre tus aires y tus pueblos.
Héroe del tiempo por todo el tiempo.
Repetición del sabio habita,
por la existencia de los siglos
la leyenda de una princesa voladora.

¿Y qué soy sino un esclavo callado por el hierro?
Bastardo de Kokiri, niño sin hada,
llevo en la izquierda una espada que es puente
entre este mundo y todas sus historias.

Pero en mí está la esperanza
El coraje de las diosas, equilibrio de la especie:
Yo mataré monstruos por ti.
Yo destruiré jarrones y hierbas.
Yo salvaré a los Gorons.
Yo buscaré a tu perro.
Vivo en la inmortalidad del niño y del hombre
Mi tiempo es un presente diferido
Mi hogar es una isla y un árbol y una aldea
Mi rostro es la encarnación de un inventario.

De cerca nos mira una luna sonriente;
en sus ojos el llanto de roca suicida
canta un triste bolero de fuego.

Cuando la aventura termine
y Hyrule sea inundada,
bajaré las armas, entregaré mi ocarina
cerraré los ojos y Stalfos me llevarán a casa
¿Cuál será al fin mi casa?
Es un secreto para todo el mundo.

terça-feira, 13 de agosto de 2013

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"Felicidades por usar la otra mano" tuiteó el amado Chumel hace unos minutos e inmediatamente pensé en todo lo que no sabe. 
Usar la otra mano no es, aunque parezca, levantar una en lugar de la otra. La izquierda se llama siniestra por una muy buena razón, y es que el mundo todavía no sabe qué hacer con nosotros zurdos, espejos sin vidrio, minoría incapacitada, rojillos comunistas, jugadores profesionales de béisbol.

Ser zurdo no es, desde luego, una pesadumbre insostenible, es una situación de ser cubos viviendo en el mundo de las esferas. Se persiguieron a los zurdos por tener la mano de Satán, mi tía Blanca fue forzada a escribir con la derecha con una soga, y yo por mi parte tenía que voltear el cuaderno para imitar la escritura de la maestra mientras que mi letra quedaba eternamente deforme por la falta de un pupitre de paleta izquierda en todas las escuelas de mi vida. Ser zurdo es un orgullo porque pese al ratón de la computadora, a las guitarras y a la taza de café que debo girar siempre en las cafeterías como ritual ceremonioso, la zurdera me da una identidad, me alinea con Cobain, Link, Bart, Flanders y Sephirot aunque estemos distanciados del todo. Ser zurdo es ser el otro, el siniestro, el de la espada escondida, el que no sabe en cuál mano va la tortilla y en cuál el tenedor. 

La vuelta prohibida a la izquierda, la desviación que siempre debió haber tomado Bugs Bunny, el garfio de Garfio, la inscripción invertida en el lápiz. Todo esto, quiérase o no, afecta a la personalidad. He visto gente sorprendida de que, en el repente, notan que hago cosas con la mano izquierda "¡¿Eres zurdo?!" me preguntan como si descubrieran un sexto dedo en mis manos, "No sabía que eras zurdo" me confiesan como si no me conocieran del todo.

Se trata de una hermandad no establecida por nadie. Ser zurdo es aceptar el favoritismo del mundo (el diestro hijo favorito de papá), es saberse huésped de esa desviación en el cerebro que produjo cosas como el Nevermind o que caza peces en el polo norte*. Así que sí, gracias Chumel, porque no es fácil torcer el brazo para escribir en la banca, ni cambiarle las cuerdas a la guitarra cada vez, o configurar el ratón de la computadora, o que te cierren el changarro para zurdos porque no hay quien piense en los que no podemos usar un abrelatas o un guante de billar.



*Para quienes viven en Chih, recordarán la pantalla de Telcel en la Av. Universidad que decía "¿Sabías que... el oso polar ¡es zurdo!?" así, con signos de admiración y todo, porque efectivamente ser zurdo es un dato curioso, impresionante, digno de mención en una pantalla gigante urbana según parece.

sexta-feira, 2 de agosto de 2013

Cartas al fantasma de mi cuarto.

Hola.
Otra vez y por primera vez.

Primero quiero pedirte una disculpa por haber prendido la luz anoche; fue muy grosero habértelo hecho sin avisar. Trataré de evitar esos arranques irracionales de pánico pero también, por favor, tú pon de tu parte.
Te escribo porque tengo muchas dudas acerca de cómo debería comportarme ante ti y no quiero involucrarme en payasadas de hacer contacto, espiritismos, ouijas y todas esas artimañas que seguramente te dan risa, o te ofenden. La noche que llegaste a mi cuarto me mostré apacible, cómodo con tu presencia, curioso a un grado de querer hacer amistad contigo, o más bien, de querer coexistir en un plano contigo como si fuéramos la misma cosa. Igualdad te diría, pero yo sé que la muerte es el único igualitario y yo no podría cambiar eso. Lo que sí quiero es poder dormir sabiendo que te paseas por ahí con más libertad de la que puede ofrecerte el mundo.
Asumo que no necesitas una amistad, no necesitas de nada en absoluto. Puedo imaginar el tedio infinito de ser como tú, esperar en extinción a que llegue la noche cuando no hay personas y el aire es más tuyo. Imagino las ganas que tienes de leer mis libros, curiosear mis cosas, como la curiosidad que yo tuve cuando quise tocar tu mano o preguntar tu nombre.

Quiero decirte que puedes venir a mi cuarto las veces que quieras, en el momento que quieras, y que yo me portaré bien. La noche que te vi te dije muchas veces que te tenía miedo, que por favor no reptaras por el techo, que no fueras a saltarme a la cara, porque puedo morirme, y si me muero no podré comprar más libros para ti.

No quiero que pienses que esta carta es un intento de comunicarme contigo. Piénsala como una manera mía (muy mía) de comprenderte, de convivir con tu silueta y de amainar mis nervios cuando veo pasar cualquier cosa y pienso que eres tú viniendo desde no sé dónde para leer a Ginsberg y a Cortázar en mi cuarto. Me honra tu visita, pero al mismo tiempo no me deja dormir.

De nuevo, te pido una disculpa si no alcanzo a comprender la razón de tu existencia, entiende que soy simple, dependiente de leyes naturales, y además miedoso (curioso de alguien que tiene muñecas de horror japonés en su cuarto, tan similares a ti. Pero ellas son otro tipo de fantasma). Puedes venir cuando quieras, yo trataré de ser un buen anfitrión, lo prometo.


P.D: Lo de 'otro tipo de fantasma' lo dije muy a la ligera, espero no haberte ofendido con eso. Quise decir que Umbra e Irae son figuras hechas a tu semejanza; representaciones, vaya, que de alguna manera simulan tu formación pero no tu existencia. Espero lo puedas comprender.

terça-feira, 30 de julho de 2013

Shingeki no Kyojin y el pánicodio: Apuntes sobre la afronta al miedo.



Morir es una costumbre que sabe tener la gente.
-Manuel Flores.

Cuando me plantearon la trama de Shingeki no Kyojin (しんげきのきょじん: El ataque de los titanes, Anime: 2013) me dio una idea de espíritu épico a la Age of Empires medievalón y heroico. Pero como a todo, decidí darle una oportunidad y terminé por ver toda la serie.
Si acaso me maravillé primero por la calidad de sus 'trazos', hubo algo en la construcción de personajes que me atrapó cautivó al grado de preocuparme por ellos y por sus destinos.

Shingeki no Kyojin es, a secas, un "tower defense"/ánime: En un futuro distópico la humanidad ha sido exterminada por unos gigantescos seres humanoides surgidos de la nada y que han reducido el territorio humano a los confines de una modesta ciudad amurallada. Ahora, la humanidad dedica sus días a mantener el perímetro intacto y a vivir en paz dentro de esta burbuja de concreto. Luego de cien años, un Coloso perforó la muralla y la humanidad se vio en la urgencia de combatir dentro de su propio terreno ante la invasión de estos seres descomunales que devoraban todo a su paso.
A mi ver, la trama es sencilla, comprensible e interesante, sin embargo creo que no es la acción del combate a lo que el ánime apunta; las peleas entre titanes y humanos son ágiles, trepidantes e intrascendentes en comparación al peso que se le da a los personajes involucrados: diminutos y muertos.
Sin ahondar demasiado en la anécdota, es evidente que Shingeki no Kyojin es, en realidad, un drama melancólico acerca de los conflictos de ser un peón destinado a morir. La muerte es el verdadero enemigo en esta historia, los titanes son acaso el móvil que la lleva ante los ojos abnegados de esos indefensos humanos quienes no tienen otro remedio más que observarla y recluirse aún más profundo. Los titanes avanzan con muecas congeladas, sonrisas incómodas, cuerpos humanoides, y carecen de toda habilidad cognitiva que no sea la de comer gente... ¿igual que los zombies? así es, pero a diferencia del zombie, estos monstruos son gigantescos, sonrientes a lo Gato Chesire y no guardan ninguna relación con la sociedad humana; no obstante, su función es la misma: obligar al hombre a encarar la muerte, la muerte absoluta, en maremoto, mucho más grande que ellos.
La relación titan-zombie está pues basada en el temor a la muerte genuinamente abrumadora. Por tanto, Shingeki no Kyojin acierta cuando apuesta por la introspección del soldado enviado a su muerte irremediable de manera tan desconsiderada. Constantemente los soldados se cuestionan si morir es acaso importante, si su deber es más grande que su vida, o si la humanidad les está agradecida: ¿Qué significo yo como persona? ¿Es tan fácil deshacerme de mí? ¿Acaso la aldea me lo agradece? Numerosos cadetes le dan la espalda al compromiso y regresan a casa, mientras que otros, con ojos cristalinos y puños cerrados, lamentan las bajas de sus colegas y se comprenden como carnada prescindible. Ello provoca que los personajes entren en profundas reflexiones y charlas internas que concluyen siempre en cuestiones de honor, sacrificio, y perseverancia.


La muerte en Shingeki no Kyojin es también un motor de pelea impulsado tanto por el miedo como por el instinto de supervivencia. Los horrores que atestiguan los seres humanos al mirar de qué forma un titan mastica a sus seres queridos, impregna a los soldados de algo así como un "pánicodio" que los lleva a reflexionar sobre el valor del individuo y su lugar en la comunidad. La problemática que representa "ser enviado a morir" es mucho más trascendente que, incluso, la propia raza humana. Cuando un compañero observa cómo un titan devora a un compañero (cómo la muerte devora a un compañero), entra en un letargo contemplativo, casi filosófico, sobre la maldad sin sentido, la vida sin significado, la guerra sin victoria.



Shingeki no Kyojin no hace más que explorar los procesos mentales del soldado que combate algo mucho más poderoso que él. Armin, personaje más llorón que la Chilindrina, está siempre debatiendo sobre la responsabilidad, la amistad y el agradecimiento a los soldados caídos. Mikasa es una Michelle Rodríguez imperturbable, y ha lidiado con el rostro de la muerte con una personalidad congelada que apenas entiende que está enamorada del personaje principal Eren. Así sucesivamente, cada soldado, sin importar su rango, tiene maneras de afrontar la muerte como no se expresa en otras series o videojuegos que aborden el tema bélico. Hay una escena donde un alto general ordena ejecutar a un importante elemento de su guardia por el miedo que le tiene, en lugar de pensarlo como una herramienta capaz de combatir a la par contra los titanes.
El tema da mucha tela para cortar, pero siempre llega en función de la muerte. A veces, como mencioné antes, tengo la impresión de que estos titanes son otra forma de zombies insaciables y enigmáticos, con una semejanza descompuesta al cuerpo humano, incapaces de negociar, organizar o fundamentar su embestida. Aquí, el titan es una mezcla entre SlenderMan, Jason Voorhees y Polifemo disfrazado de horda zombie, con sonrisa cínica, ojos alegrados de muerte y, naturalmente, falto de aparato reproductor.


Pelear contra estos abrumadores enemigos es para unos, la deuda que se tiene a las familias y a los seres queridos dentro de la ciudad. Para otros es una prueba divina de su valía como seres humanos, mientras que unos más consideran al titán como el fin absoluto e invencible. El sacrificio es la constante en Shingeki no Kyojin y por tanto, sus personajes están mentalmente atrapados en un limbo entre el miedo y el deber, el olvido y el reconocimiento, el morir o el ser. Lo que el ánime plantea es que enfrentar a la muerte es en realidad ser.


sexta-feira, 19 de julho de 2013

Nunca ComicSans... a menos que seas Deadpool.

El tema del Comic Sans ha sido tan discutido que se ha convertido en un meme de la red. Y no es por poco; si pensamos en su origen, ComicSans es un chiste contado al revés, es la fuente que se burla de sí misma, es la cursilería de los pensamientos cursis. Es ComicSans.

Para quienes saben, ComicSans es un residuo que Microsoft terminó abandonado entre sus fuentes disponibles (gratuitas) de Office Word porque, pues, ya se había pagado por ella. Es una fuente tan residuo que ni siquiera está completa en nombre, es decir, no sirve ni para diálogos de cómics. Es una tipografía torpe, descuidada, gorda y con cara de niña mimada, tan es así que, justamente, son las niñas torpes descuidadas y mimadas quienes usan más esta fuente, porque dice las cosas de un modo dulzón, como quien le pone un "xDD ntc" a cada una de sus letras:



¿Y entonces culpamos a las niñas cursis tipo Metroflog de esto? No podemos culparlas de la existencia de ComicSans pero sí por su abuso en internet; o dicho de otro modo, por ser estos niñatos y señoras principiantes quienes no terminan de jalar el cable que mantiene al monstruo vivo. Por supuesto existen peores fuentes en el mundo, como la Curlz o, Dios nos libre, Creepy-Regular. El problema radica en que vemos ComicSans en cada anuncio, mensaje, publicación y revista; bástese decir en Facebook para decir que la vemos a diario. De modo que cansa, se vicia, provoca quejas, nos hacen recordar que una fuente así existe, y que además comparto el aire que respiro con gente que la usa.

No podría ahondar por el lado de su diseño porque no soy diseñador, pero sí soy lector, y como lector, ComicSans es casi como ir por las curvas del perico en renglones rechonchos y amielados. El problema radica ahí, que no se respeta al lector, ni al mensaje, ni a la letra escrita. Se superpone un "qué bonito se ve" sobre un "qué bonito se lee", como una camioneta chingonsota pintada de rosa mexicano, o un poema bañado de emoticones. Podrías escribir tu carta de suicidio con esta tipografía y no se te tomaría en serio.



Si soy honesto, me gusta hacer argüende por ComicSans porque, como ya he dicho, es una fuente de chiste, se presta para el cotto, ni modo que me ofenda. Lo cierto es que esa fuente, chillante si tuviera color y chillona si tuviera voz, es el resfriado común de las tipografías, la tía gorda que te jala de los cachetes, el primo llorón que mueres de ganas por coser a coscorrones. No seas esa persona frente a quienes reciben tus mensajes, no hables con tono mimado y torpe, no insultes la inteligencia del intérprete de tu código... a menos que seas Deadpool.









¿Y por qué Deadpool?
Dudaba en meter este tema aquí por ser otra cosa, pero ya encarrerado el ratón...
Deadpool es un anti-héroe de Marvel que recién sacó un juego para la tríada Xbox, PS3 y PC. Lo más atractivo, a mi ver, de este bufón del cómic es su súperhabilidad de romper la 4ta pared, es decir, a diferencia del resto de los personajes, Deadpool se sabe dibujo de historieta, puede dirigirse al lector, mira los globos de diálogo, señala las viñetas en la página. Su videojuego es igualmente una mofa del superhéroe, y de paso, al videojugador: "Alright player, buttons do stuff, congratulations, you've got it. Can we move along? I can't wait to fight the final boss!". Deadpool se burla de los estándares de los juegos y construye un mise en abyme para hacer hincapié en clichés, gameplays, censuras y escenas de acción al grado de parodiar dichos elementos. De modo que, para burlarse de los menús, tips, diálogos y mensajes dentro del juego, Deadpool utiliza acertadamente ComicSans, a sabiendas que es, en efecto, la fuente del chiste mal contado.
Por eso le va bien al juego, casi parece que ComicSans forjó su historia patética para terminar en los menús de un juego que recompila todo lo patético y lo hace ver atractivo, o mejor dicho, agradablemente incorrecto. Le aplaudo a Deadpool por la broma, porque sólo así puede usarse esta fuente: en la broma, la guasa, el chiste, el stand-up que termina con remate de batería. Turum-pss!! y sus bien merecidas risas grabadas.


sexta-feira, 12 de julho de 2013

Sea amable con los mirreyes

Quiero primero, para desentenderme del problema prejuicioso que eate apartado pueda parecer, explicar que juego a ver, siempre, juego a ver, y no pasa de eso.

Decir de un mirrey: cadenas, bigote, mamalón y corte militar es rayar en el prejuicio. Eso sí. Al mirrey hay que verlo, apreciarlo, divertirse a consta de él tal como lo quiere. Decir mirrey por su vestimenta es decir falso, es quedarse fuera del juego; venga gente, hay mucha más plastilina en ese bote. El mirrey quiere notarse y por Dios hay que notarlo que mucho esfuerzo le cuesta. Hagámosle pues el favor.

Identificarlo es apenas la primera fase para divertirse. El Round 1 donde el boxeador conoce a su contrincante: Camisa corta porque el mundo merece sus biceps, botas genéricas pero chidas como converse a los hipsters. Cabello a ras porque así lucen sus bellos ojos tabasqueños y su tez criolla como la mía pero más "wáchala morro soy un morenazo" y menos "tú eres un pinche prieto muerto de hambre". Acinturado porque es bien macho pero con esclavas doradas en las muñecas porque también tiene clase. El mirrey irá acompañado de sus compás  porque invariablemente no hay quien se resista al macho Alfa de la mesa.

Con buena suerte estarás sentado cerca de él. Con mala también. El mirrey te hará saber, seas quien seas, valgas lo que valgas, que aquí el jefe es él. El poder de su risa estruendosa acabará con toda algarabía, su fortaleza física hará creer que está sobre los guardias de la entrada, y probablemente así sea, digo, ¿qué guardia de entrada has conocido tú que tenga semejante sentido del humor?
Los mortales que no lo vieron llegar se han perdido del espectáculo que es verlo en su auto: un eclipse, una lobo, un mustang, un grand-am. Uno que valga doce veces tu salario y no puedas explicarte por qué. ¿y entonces para qué viene a este sport bar de gente tan pinche como yo? Pues a ser alguien, a qué más. ¿o tú crees que sabe algo más que un equipo se llama América y que el otro Cruz Azul? Por favor, tiene un IPhone Galaxy S3000 5, ¿qué tiene el mundo que decirle a él?

Sin embargo sabe que no es suficiente. Sabe que la mesa de allá no alcanza a ver su teléfono. Por eso hay que gritar, hay que invocar tu atención: AAAAAHHH NOMAMEES WEEY. HAHAH A HUEEVO CABRÓN, SIMOÓN. Y eres cautivado por su presencia. El golpe fuerte viene cuando suena la banda -cualquier banda- y entonces no puedes más que admirar su cualidad de mexicano que no ha sido descubierto: *tuba* bubibi.. AAAY-AY-AY-AY-AY-AY-- AAAAAAHAAAH AHAHAHAYYY YI- YI-. Hombre pero qué talento, ¡enseguida de mi mesa! Dios, soy tan agraciado.

La party en la mesa del mirrey no la verás en ninguno de tus cumpleaños. No hay quien sea tan alma fiestera como el guapote tamal de ahí enseguida. Uno canta por alcohol, él canta porque toda su vida es un pinche desmadre de los de acá wey, cabronsotes chingones.

Con suerte si la situación se presta, platicará contigo, o más bien hablará para ti. En ese momento serás su fan, y te jodes. Deberás abrir los ojos en admiración cuando te diga que ha tenido un cuerno de chivo en sus manos, que conoce a la arrolladora, que se puso bien locote, que parte madres. Que maldita sea tu suerte de no ser él.

La necesidad de eclipsar la noche así a la sorder es mucha, y es una cosa difícil. Por favor sea amable con los mirreyes, uno nunca sabe cuán necesitados de vida puedan estar.

segunda-feira, 8 de julho de 2013

...y no encontré ningún pretexto

Luego de muchos ayeres.
Dineros, enfermedades, éxitos, fracasos, viajes y desviajes. Recapitulo el archivo que bloggear representa y veo con tristeza las telarañas aquí anidadas.

Hoy a plenas 5 de la mañana que no puedo dormir por las constantes dudas que bañan mi rutina me escondo en este recondísimo plano que apenas existe porque el internet es grande.

Regreso a él porque el mundo quiere seguir jugando conmigo, me recuerda que me toca tirar, mover la pieza. Salir de este jaque de dos años.

Me recuerda por qué escribo en primer lugar, y por qué vivo en segundo.

Si echo el terrible vistazo atrás, notaré que voy caminando por un muy estrecho pasillo de puertas cerradas. Que las muñecas me apretujan, que duele ir creciendo en un pasillo cada vez más angosto. Que este fin no tiene cabida para muñecas.

Por suerte, tengo fe y esmero. Y tengo gente buena que me dicen que primero escriba y que luego me preocupe; y eso si queda tiempo.

Ya soy otro. Literalmente cambié de células orgánicas y, en teoría, nací ayer.

Hola mundo.