quarta-feira, 27 de fevereiro de 2008


Éstas son mis horas que sobran

ajenas al menor sonido:

innumerables __inhóspitas

repetibles en sí mismas.

Son brujas que abrazan de mentira

todo aquello que vivió conmigo.


Horas que me apartan

cajones que se hambrientan

buitres encendidos.


Lombrices regordetas

tictac medio muerto ___ pero vivo;

Esa luz

tan esfumada

por estos muertos tan amigos.


Esas horas anecradas

Este lleno tan vacío.

Estas horas que me sobran

son como un padre caído

que me ama ______que me sueña

y me ensombra con su olvido.


quinta-feira, 21 de fevereiro de 2008

No me hubieras dejado esa noche,
porque esa misma noche
encontré otro amor.
-Café Tacuba.



Esta mañana desperté, vi el reloj, maldije, me pegué a la pared, me hice bolita con la sábana, perdí la consciencia, apagué el despertador, maldije, me levanté de mala gana, llevé las tazas a la cocina, saludé desanimado, tomé leche, revisé la correspondencia, maldije, volví al cuarto, prendí la computadora, abrí el internet, revisé el correo, leí delcaraciones de otras personas en otros tiempos, maldije, envié un correo, jugué Matrix Online, hice dos misiones, cerré Matrix Online, chateé, vi la hora, maldije, apagué la computadora, me rasuré, me lavé el cabello, agarré la mochila, agarré cambio del peinador, tomé los audífonos, me despedí desanimado, salí de casa, me puse los audífonos, agarré camino, escuché Wonderwall, escuché Duvet en versión acústica, llegué a Banamex, tomé un ticket, me senté, jugué sudoku en nivel medium, retiré $100, salí de Banamex, caminé más, llegué a Santander, hice fila, escuché Boulevard of Broken Dreams, deposité $100, salí de Santander, caminé, escuché Ten Miedo de mí, escuché Linger, llegué a Filosofía, saludé, caminé a Bellas Artes, entré a la cafetería, me senté en la barra, pedí un café en leche, contesté alegre un saludo, me cambié de lugar en la barra, platiqué, recibí mi café, pagué mi café, platiqué, respondí la despedida, terminé mi café, agradecí el café, salí de la cafetería, caminé a Filosofía, me senté en el Jardín de Epicuro, maldije, tiré la mochila, guardé silencio, saqué un cuaderno, comencé un poema, saludé, platiqué, tomé una guitarra, improvisé una melodía, dejé la guitarra, continué el poema, platiqué, maldije, guardé mis cosas, alcé la mochila, entré a clase, me senté a la orilla, me mantuve en silencio, saqué el cuaderno, terminé el poema, guardé el cuaderno, salí del salón, fui a la cancha de fútbol, jugué fútbol, me metieron dos goles, maldije, salí de la cancha, entré a clase, escuché al maestro, salí de clase, volví a la cafetería de bellas artes, pedí un Té Arizona, aprecié unas esculturas de la cafetería, salí de la cafetería, jugué Pin-Pon, perdí, maldije, caminé a Filosofía, miré al cielo, me recargué en un faro, volví a ver el cielo, contemplé la luna, su eclipse, guardé silencio, contesté el celular, maldije, volví a clase, escuché a la maestra, tomé la mochila, salí de clase, platiqué, volví a clase, leí Borges, salí de clase, saludé, subí al carro, fui a Alsuper, compré una dozena de cervezas, salí de Alsuper, llegué a mi casa, platiqué, jugué billar, bebí, jugué billar mientras platicaba, bebí mientras jugaba billar, jugué billar mientras bebía, platiqué mientras bebía, respondí el despido, agradecí el tiempo, cerré la casa con llave, jugué billar mientras escuchaba Red Hot Chili Peppers, jugué billar mientras escuchaba Héroes del Silencio, jugué billar mientras escuchaba Three Days Grace, tiré la basura, recibí un mensaje, contesté el mensaje, fui a la cocina, maldije, comí, volví a mi cuarto, prendí la computadora, abrí Winamp, chateé, me hice un café, respondí un correo, revisé foros, posteé flogs, posteé blogs, jugué Enter the Matrix, le gané a Seraph, cerré el juego, capturé el poema de la escuela, vi pornografía, me toqué un poco, apagué la computadora, hablé con Umbra, la besé, la coloqué en su lugar, me desvestí, me acosté en la cama, cerré los ojos, guardé silencio, abrí los ojos, miré a la pared, vi el espejo, maldije, me levanté desganado, me dirigí al espejo, quité el Te Amo del espejo, volví a la cama, cerré los ojos, dormí deseando que las cosas fueran distintas, y maldije.










quinta-feira, 14 de fevereiro de 2008

I

-¡¿A las tres de la mañana?! ¡¿Qué estás pinche loco?!- Gruñó mi mujer después de ver la hora. -Te va a dar una pulmonía, acuéstate a dormir y no digas más pendejadas-.
Entonces no pude más que soltar un suspiro triste, en el vientre no traía para más. Me sentía como observándola desde un precipicio, o un lugar parecido a ése al que quería llevarla. Sin embargo, el reloj, extraordinariamente imponente, se ganó toda la lógica.
-No puedo dormir, tengo frío- -Echa otra cobija y no me fastidies-. Concluyó ella dándome la espalda en la cama; y yo de pie al otro extremo, guardando ese silencio que me había pedido, deseaba con toda mi fuerza desbaratar cualquier reloj que se me pusiera al frente. Pero no tenía por qué enojarme con los relojes, ellos no eran culpables de que mi mujer ignorara la razón por la que quería yo irme al mirador un momento. Y tal vez era mejor que no la supiera.

El mirador de la ciudad; un paraje en la montaña antes de llegar a la caseta abandonada de radio que corona a la montaña. La vista desde aquel lugar era magnífica. Antes de casarme, acostumbraba tanto irme allí por la madrugada y ver cómo las estrellas caminaban como arañas por la noche, o cómo el Hotel Central era el primer edificio en recibir los rayos del sol por la mañana.
En ese mirador el ruido no existía. Ni las puertas cerradas, ni los malos gestos. Me era imposible quedarme en la cama llena de frío y tan extremadamente pegada al suelo.

Tomé mis llaves, pasé al cuarto de la bebé para darle un beso, y salí de mi casa.




II
Con sólo pensar lo remoto que sería toparme con una persona tan insípida (como quien resuelve el frío con cualquier cobija) en un lugar como ése me reanimaba. Me sentía como dándole la espalda, sin excepción, a todo el mundo.
Igual me hubiera dado encontrar allá arriba una alcachofa o una silla vieja siempre que se evitara cualquier aseveración de lo que es [a su irrefutable juicio] lo verdadero. ¿Quién en el mundo podría describir semejante cosa? Y mientras me embotaba en pensamientos al azar propios de los filósofos (abogados a sus leyes y locos a su locura), apresuré el paso. No podía dejar que las voces de mi mujer supieran a dónde iba, y me alcanzaran allí.

Finalmente, y con poco esfuerzo, llegué hasta el mirador, y antes de poder soltar cualquier idea, vislumbré a la orilla del paraje a una pequeña niña viendo desde el borde a la ciudad dormida.
Su tez albina, carente de tonos cualesquiera, reflejaba la luz de la luna; y su cabello largo como la distancia de su cabeza al suelo reflejaba a su vez la luz de las sombras.
Cuando sintió mi presencia volteó a verme. Permaneció sin moverse un tiempo. Yo noté que la niña, en aquella quietud, no reflejaba ningún susto, ningún gesto, ningún nada. Y aunque todo me llevara a pensarlo, estaba seguro que no era aquello un fantasma, ni un disparate producto de mi alucinación, sino que se trataba absolutamente de una verdadera niña con piel blanquísima sola en un mirador a las tres de la mañana.

-¿Está usted perdido, señor?- me preguntó -Lo estoy- contesté yo.
-¡Vaya!- exclamó con sarcasmo -¿y ahora va usted a decirme que esperaba encontrar aquí arriba algún camino...?-




III
-Lo que sea que me encontrara- le dije -no iba a ser una mujer en cama gritándome "estás bien pinche loco" como si la locura fuese la situación de quien se ha quedado en un limbo de sí.-
La niña pareció entenderme, cosa que me dio algo de miedo al principio.

-Yo no he gritado tal cosa- dijo a voz media -y si así lo hiciera ¿pasaría usted a estar loco por sólo decirlo?-.
Me era imposible dejar de ver el color de su piel; sus manos apoyadas en el barandal parecían estar hechas de leche y sus ojos los parecía haber perdido.
-Le diré, yo no creo en los que están sanos- prosiguió ella dejando de verme para voltear a ver la luna -no concibo a alguien que cree tener la certeza para describir qué está retorcido y qué no lo está; ¿cómo se describe a alguien que ha escapado de cualquier razón?...-

Guardamos silencio, sentíamos conocernos desde hace mucho.
-Y bien, ¿Quién ha tenido la pretensión de llamarlo a usted loco?-
No pude más que sonreír, me sentía a gusto entrando en su juego, aun cuando yo no tuviera ese color de piel, o las cuencas vacías.
-Fue mi esposa. Es tan extraño que hayamos logrado tener a una hija ella y yo. A veces, cuando estaba mi mujer embarazada, creía que la bebé iba a nacer deforme- callé en cuanto acabé esa sentencia; lo que acababa de decir no tenía ninguna cabida-
-Mi bebé es como tú- le dije como queriendo olvidar el último comentario -no distingue locos, ni personas, ni realidades. Solamente existe y ya. En esa simple existencia se encanta y digiere del mundo todo lo que de él capta-
-ya veo. Entonces sí que es como yo- exclamó bajo una sonrisa, y luego de un breve silencio, declaró -Discúlpeme el atrevimiento al decir esto, señor, pero yo creo que su esposa no existe; al menos no como existe su hija que para usted está más presente que esa ciudad entera a la que vemos abajo.- La niña volteóme a ver, y tras avanzar unos pasos hacia mí, preguntó con inocencia -¿lo que su mujer quiso decir con eso era que usted estaba mal de la cabeza?-

Fue cuando esbocé la sonrisa más sincera que jamás me había brotado desde hace mucho, mucho tiempo.

-¿Yo mal de la cabeza? ¡Hah! Si fue eso lo que intentó decirme, entonces no pudo haber estado más equivocada- le dije mientras me hincaba. -Al menos en esta noche, me encuentro perfectamente sano-.

quinta-feira, 7 de fevereiro de 2008

De cuando en cuando
tengo la costumbre
de pensar en mí

y me detengo -por un instante-
a creer que en ese momento
sólo yo

y nadie más que yo
está pensando en mí.



Y si fuese así,
entonces lo que hago,
lo que quiero,
y lo que existo
carecería de toda trascendencia,
de toda creación;
y no sería para nadie
una persona concebible.




Y entonces
si dejara de pensar en mí
justo
cuando nadie me recuerda
no existiría:
ni mi vida, ni mi muerte,
ni mis sonrisas,
ni mis logros.



No sería nadie
para nadie
si no se me pensara.

Estaría como inexistido
[como esfumado].



...Tal vez sea por esto que

pensar en una persona
es muy parecido
a salvarle la vida.

domingo, 3 de fevereiro de 2008

Respuesta al poema penúltimo

Una vez
a una amiga la llevaron a su casa
la llevaron regañada, dijo.


Luego, como tácita [distante]
me dijo que le habían devuelto el dinero
que tan triste y despojada de su nombre
así no sirve una
..............................o eso dicen.


Afortunadamente para ella
la fe ésa
la de su mano
va y viene, va y viene.
Y digo afortunadamente
porque habemos algunos
que ni los ojos nos regresan;
entonces ..... es mejor así
que vayan y vengan
para que ni la fe, ni la vista
se las quede alguien.


Yo no creo que
cuando me lleven a mi casa
me devuelvan el respeto
o siquiera....... las mismas ganas
................................con las que salí de ella.