quarta-feira, 14 de outubro de 2009

Cómo sobreviví al Cervantino


Día 0:
Temeroso de un abarrotamiento en cada licorería de la ciudad. Prontamente reservé unas cuantas caguamas en mi refri. Éstas me salvarán cuando me quede sin un quinto y quiera seguir bebiendo. Así como para tener un atractivo para llegar a la casa.
En conjunto con el tequila que aún me queda de mi cumpleaños, el alcohol casero no será ningún problema.
He marcado los eventos a los que quiero asistir en el festival. Mayormente teatro. Debo conseguir boletos.



Día 1: 
Luego de la clase de Inés, me dirigí al café calipso para ver un lamentable juego de la selección mexicana. Vi los fuegos artificiales y noté cómo efectivamente las calles se llenaban bastante, pero no como para decir que no se podía caminar.
No pude asistir a ningún evento. Ya habrá oportunidad.
Volví a casa.



Día 2:
Ya revisando los horarios y costos de los eventos, me entristeció ver que no todos estaban a mi alcance (Hamlet de Lituania cuesta $500).
Pasé toda la tarde buscando los gratuitos, o los menos groseros. Lástima, me perdí la coreografía brasileña, el cuarteto de violines, el teatro negro que me trae ciertos recuerdos, y algunos otros.
Apenas pude ver el teatro libre de Zacatecas sobre un barco que viaja a la luna. Bastante bueno.
Recogí mi ropa limpia, no me quedaron ganas de leer nada. Quiero ver Prison Break de nuevo.
Volví a casa.



Día 3:
Amanecí con flojera, para variar. No fue sino hasta que tomé un baño que agarré algo de energía.
Bajé al centro sin mucha esperanza en ver algo interesante. Caminé buen tramo hasta un tianguis hippie donde compré una pulsera. Más adelante compré unos rastrillos.
Hubo un evento de malabarismo, Alejandro Capo traído desde Argentina por el teatro callejero de Cata (video aquí). Tras ello, unas zacatecanas me preguntaron por el bar Zilch. Las acompañé hasta él, luego me pasé al café calipso donde me estuve hasta la medianoche. Fui a cenar enchiladas suizas y me dispuse a ir a casa.
Antes, pasé al Rincón del Beso. A petición del inge -dueño- subí al podium y declamé un par de poemas, El Espantapájaros y el Cuervo. Bebí hasta las 3 de la mañana; un hombre al salir me dijo "hasta luego, poeta". Cuánto tiempo había yo esperado para que un perfecto desconocido me designara por tal nombre. Lo más seguro, le dije al inge, es que regrese.
Volví a casa.



Día 4:
Invitación al Antik. ¿Podemos hablar? Pues va ¿qué tengo qué perder? Se habló, todo en orden. Había un baile tradicional zacatecano que poco me interesaba. Otra bohemia oscura por favor viejo, y mi voz se extinguió en el tapiz de aquel bar tan neutro. "Ah macho, me ha gustado este sitio ¿eh? Que es todo un viaje" reíase una española junto a mí en la barra. El mesero apurado sólo le seguía el juego a modo mecánico. "Vengo de ver una escena en San Fernando, pero qué maravilla ha sido ¿eh? Un espectáculo de luces que te cagas". Es raro, ni la mujer ésa ni cualquier otra me parecen desde un tiempo para acá en absoluto interesante. Yo debería estar tendido en el patio de mi casa soportando el frío con un tequila en la mano, no en un bar tan neutro rodeado de nadies y viendo la pantalla de videos para demostrarme a mí mismo, otra vez, cuánto me aburre Radiohead. Ale, viejo ¿me das otra Bohemia oscura por favor? Y que les den por el culo.
Luego al DDR donde me abordó un niño de 14 años parlanchín y rollero tratando de ser mi best friend. -Tienes que descansar antes de meter la otra ficha, no, no te voy a dejar, a ver tu aliento, eeeh!! Has tomado ¿verdad?-. Pff ¿quién se ha creído? Todavía tuvo la desfachatez de lanzarme una ligera patada en la espalda. Va, mi última ficha y me largo. No hubo caso, el niño me siguió por toda la calle haciéndome las preguntas más insulsas (algo recuerdo que venía platicando del sabor de los quesos). No me dejó entrar a otro bar, tuve que ir a una cafetería por una soda italiana, a insistencia del nuevo fan.
Me acompañó hasta su casa (¿?) yo ya más desesperado que molesto.

-¿A qué edad perdiste la virginidad? 
-a los 18 
-¡uy ¿tantos?! ¿Cuál escritor modernista es tu favorito? 
-Pff, no sé.. Tablada. 
-Aaah no lo conozco.. el mío es Pablo Neruda. 
-Ése no es modernista. Los autores modernistas son a principios del siglo XX. 
-Ah yo digo modernistas de los más nuevos. ¿Y tienes novia? ¿O te gustan los hombres? 
(Miren nomás a este cáemebien). -No, no me gustan los hombres, y no, no tengo novia. 
-Aah, yo tengo una amiga que quiere andar con alguien para darle celos a su exnovio, si quieres te la presento. 
-Sí, sí quiero. (algo bueno tuvo que salir ¿su amiga tendrá 14 años también?) 
-Bueno, pásame tu correo y conéctate el lunes como a eso de las 4. 
-Sí, whatever. Adiós.

A los Lobos por mi última cerveza. 2 hamburguesas por $20. El viento andaba grosero, las nubes volaban bajo. Me urge terminar la lectura del jueves para comenzar de una vez con la del lunes. No había luz en toda la calle.
Volví a casa.



Día que sea.
Bien, no pude seguir la crónica, y alguien en específico sabe por qué. No son detalles que gustan publicarse.
Bástase decir la desfachatez de insultar, agredir, tocar a la fuerza, y luego pedir dinero prestado.
Bah, lo perdono todo -Lain lo vale. Lain vale eso y mucho más-.
En resumen, el Cervantino estuvo bien. Sólo vi lo barato y gratuito, en pos de mi bolsillo y mi escuela, mi diabólica escuela que demanda la comprensión de lecturas incomprensibles.
Termina el Cervantino, sobreviví al alcohol en lo que cabe. Cerré con un antro tan aburrido como son todos los antros punchis-punchis, donde el acontecimiento más interesante, además del cumpleaños de mi hermana, fue la mujer desconocida que llegó y así nomás me regaló un condón.
Ya, se lo agradezco. No sé de qué tenga yo la cara, pero una cosa de ésas vienen bien y jamás sobran.