sexta-feira, 14 de dezembro de 2007

Calavera


Durante un viaje, Chang-Xu se encontró a la orilla del camino una vieja calavera, seca y roída. Con sosiego, el viajero tomó aquel cráneo e hizo una oración para lamentar el fin de todas las cosas.
Cuando acabó su reflexión, recostó la calavera en el suelo, y usándola como almohada se echó a dormir.
En el sueño, Chang-Xu habló con la calavera y escuchó de ella grandes maravillas; cosas y lugares que la gente jamás se habría atrevido a pensar.

-¿Te gustaría que te dijera lo que es estar muerto?- Preguntó la calavera.

-No- respondió él -Lo sé bien. Alguien muerto tiene su vida a orillas del camino que el hombre transita; el muerto ha caminado tanto que se interna en su gran locura y encuentra la paz de sí mismo. Sólo los muertos están ahí-.

-Los muertos no necesitamos buscar a nadie, ni caminar las vías del vivo-.

-Sé que si pudiera traerte a la vida, te negarías ampliamente, y no estarías equivocado. Esa ponzoña tuya dista mucho de la podredumbre, del cómo te sientes. Las ratas sólo devoraron tu vínculo con la vida-.

-Algunos vivos te buscan, y no dan contigo, Chang-Xu. Nunca te encuentran. Es porque estás muerto. Me hallaste y descansaste en mí porque en el instante en que me viste te supiste también muerto. Has renunciado a las personas como lo hice yo cuando inicié este sueño que tengo-.

-Te he amado, calavera; durante tiempos atrás busqué tu resequedad cuando emprendí mi viaje de vivo. Hoy me aferro a esta muerte tuya porque no nos queda nada más en este mundo-.

En silencio, la calavera asintió, y abrió su corazón para esperar al muchacho en el fin de todas las cosas. El caminante entonces hizo una reverencia y la besó complacido.
Cuando despertó de su sueño, Chang-Xu se tendió al otro lado del camino y sonriente y pleno, dejó que las ratas del mundo engulleran su cuerpo.

7 comentários:

Comunicación disse...

Se que si el rpincipe azul fuera escritor nunca faltarian las buenas cartas, los poemas y quiza hasta las canciones...Pero aun no se que lado malo pueda tener eso...Y ya me puso usted a pensar, quiza algun día de estos le de una respuesta...

Buen día

Anônimo disse...

Hola.
No entiendo el juego de este blog, a veces lo he visto (a usted) caminando por la escuela y parece una persona inteligente. Sin embargo lo que publica me desconcierta.
Yo le recomendaría estudiar un poco más de historia y filosofía.
Saludos.

Samuecchi disse...

Mmm... no es lo mío, la historia me parece "torcible" y la filosofía la veo muy subjetiva. Lo que publico no busca alcanzar niveles literarios, o descifrar teorías filosóficas, simplemente exponer fumadas y aviones de cómo percibo al mundo.

Un saludo para usted también

Anônimo disse...

y yo estoy totalmente de acuerdo con el autor del blog. A mi me gusto su escrito. Es oscuro , es triste y me dejo melancolica! No se por que!! Talvez por que pense en la vida y eso me llevo a pensar en la muerte!!

saludos

Mercedez F. disse...

ok demo, tu blog me da miedo :/

Junkiepoor disse...

Suuave tu blog, bastante interesante lo de las kalaberitas, no le hagas kaso a mercedez no da tanto miedo, suave por ke me firmaste seguimos el kontakto.

suave.

Anônimo disse...

La escena de cuando Chang-Xu toma el cráneo me recuerda a Hamlet cuando toma la calabera de Yorick por primera vez.

-SEPULTURERO 1.º.- ¡Mala peste en él y en sus travesuras!... Una vez me echó un frasco de vino del Rhin por los cabezones... Pues, señor, esta calavera es la calavera de Yorick, el bufón del Rey.

-HAMLET.- ¿Ésta?

-SEPULTURERO 1.º.- La misma.

-HAMLET.- ¡Ay! ¡Pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio..., era un hombre sumamente gracioso de la más fecunda imaginación. Me acuerdo que siendo yo niño me llevó mil veces sobre sus hombros... y ahora su vista me llena de horror; y oprimido el pecho palpita... Aquí estuvieron aquellos labios donde yo di besos sin número. ¿Qué se hicieron tus burlas, tus brincos, tus cantares y aquellos chistes repentinos que de ordinario animaban la mesa con alegre estrépito? Ahora, falto ya enteramente de músculos, ni aún puedes reírte de tu propia deformidad... (...)