quinta-feira, 29 de maio de 2025

Jessica Hernández Flores y Samuel Chavarría García


Con el dolor medio digerido, con los abrazos recibidos y los objetivos claros, redacto este texto para expresar lo que por respeto a Ella y respeto a quienes la amaron, no quise expresarlo en su momento, cuando a la gente le divertía el morbo y era la moda indignarse por cualquier bobada. Cuando estaban desenfundadas las navajitas temblorosas prejuiciosas, y uno sólo quería evitar la marca que era más bien una inconveniencia en este mundo caótico y revulsivo, y repulsivo. Sólo ahí apareció esa gente.

Voy pues a explicarle a esa gente juzgona, oportunista e ignorante por qué las cosas entre Ella y yo pasaron como pasaron, porque ninguna de esas personas estuvo allí más que como simples mirones que creen tener la única verdad. No sé de qué otra manera subrayar que esto lo hago sólo para repeler su veneno de mi duelo, de Nuestra historia, para aminorar sus miradas vacías e incorrectas que siempre estuvieron a kilómetros de Nosotros; gente que no supo cómo Nos unimos Ella y yo, gente que fue sólo un personaje "extra" en Nuestra historia, y quienes no tuvieron un rol en el amor que Nos forjamos y que luego por Nuestras propias razones rompimos. Gente que no fue nadie entre Nosotros, ni leyó las cartas que Nos enviamos.

Esto lo escribo porque Ella y yo nos amamos de una manera que no conociste.

Pero no diré que la amé hasta la muerte. La amé sólo hasta donde una persona puede amar a otra sin una autodestrucción. Llegó un punto, y en el fondo sabes que no exagero, en el que Ella decidió tomar (o retomar) un camino al que ni yo ni nadie podía acompañarla. Así era Ella, profunda, apasionada, excesiva. Si la amaste habrías hecho algo para sacarla o darle una luz. Yo pude hacerlo, pero sólo por un tiempo. Y claro que me duele no haber sido suficiente luz para Ella. ¿Pero Nos viste juntos? Cuando estábamos Ella y yo juntos creamos objetivos para Nosotros, progresos personales. Una sonrisa sobria, verdadera y compartida Nos coronaba. Durante ese tiempo apagamos los dos a Nuestros demonios y avanzamos tomados de la mano en este mundo de adultez y aprendizajes. Y así vivimos varios años, los que se pudo, felices y en paz con su familia y la mía, y con Nuestros verdaderos amigos.   

Y justo por el gran respeto y el cariño que siento por Su familia, no revelaré aquí los detalles que Nos forzaron a soltarnos la mano. Ella ya no quiso ser mi compañera, y yo ya no pude ser Su inspiración. No sé quién la convenció, no sé cuál de mis errores o de los Suyos la haya convencido de volverse allí, y yo, con un dolor inefable y absoluto, tuve que soltarla porque por ahí no había vida, sólo gritos, ausencias y humo, eso fue lo que eligió para Sí. Y yo la solté mientras lloraba como en este momento sigo llorando ahora. Porque siempre la amé hasta respetarla, y porque siempre tendremos Ella y yo Nuestra historia verdadera. Tú no estuviste allí, tú no sabes lo que pasó ni las cosas que me dijo ni las cosas que le dije.

La historia que tú tienes está enmascarada, es incompleta. Es el corazón de un jabalí, y sin la verdad auténtica que Nos unió a Ella y a mí y que también luego Nos separó no la tienes clara. En Su camino por la obscuridad te contaminó con la misma confusión que sentía Ella y te escondió sus manos para que no la juzgaras, y se evitó secretos para no sentir las culpas que acompañan en esas decisiones, ésas que tomó para Ella y que yo no quise para mí. Cierto, Ella y yo nos hicimos daño, fue un daño como el que se hacen cualquier pareja que se ven forzados a dejarse. No te creas todo lo que piensas.

A mí también me la arrebataron, y las cosas hermosas y divinas que viví con Ella sólo las tengo yo ahora. Las cosas malas que viví con Ella también nada más las tengo yo ahora. Tú no. Tú no le viste los ojos ensangrentados y perdidos bajo una luz roja. Tú no leiste Sus cartas y Sus libretas. Tú no tuviste acceso a las cámaras de seguridad, ni le dijiste que se detuviera. Yo sí le rogué que se detuviera, le dije que ese camino sólo llevaba a la muerte, que esa otra cosa o remedio de persona iba a destruirla, y Ella me odió por decírselo, por no haber querido ir por ahí con Ella. Entonces se buscó a otros que sí. Luego se aseguró de que tú, (que como dije no importas en absoluto) desde Su propia ira y miedo, con mentiras y manipulaciones me despreciaras también.

Sí, entre Nosotros hubieron heridas, pero también hubieron besos y apapachos. Sí pasaron cosas malas que por supuesto corregiría, pero también la tuve enamorada entre mis brazos, tuve conmigo Su entrega y Su mejor versión. Una Ella lumínisciente, talentosa, feliz y enamorada. Tú y tu ignorancia no cuentan, tus postitos de héroe o de heroina son infértiles e insolicitados, tu realidad está a medias, tus muecas hipócritas derivadas de los mismos demonios que nos la quitaron no son más fuertes ni más verdaderas que el Amor que Ella y yo vivimos.

Por favor, déjame sufrir mi luto. Y tú ve a sufrir el tuyo, pero no vengas a hacerte la omnisciente como si realmente supieras qué pasó. No lo sabes. No estuviste dentro, tus argumentos tienen huecos que no puedes explicar. En lugar de juzgar con tus falsedades y tus suposiciones a medias, mejor acepta Sus decisiones, ésas que no quiso decirte. Yo de Ella tengo la mejor versión, eso puedo compartírtelo, porque yo sí atestigüé Su ascenso y descenso. Yo sí conocí el amor, el desamor y el perdón que solamente Ella supo darle a alguien, y cómo fue que nos amamos tanto.


Um comentário:

Anônimo disse...

Hipócrita asqueroso