terça-feira, 20 de maio de 2014

Siete

Tú no lo sabes.
pero el día que dormiste conmigo
rajé un poco el borde de tu falda.
Sólo un poco, lo juro,
un corte preciso
entre tu muslo y mis dedos
porque no podía
y tenía que irme al frente.

No sabría decir cómo:
si mis uñas fueron navajas
o si tomé el cinto
que habíamos tirado al suelo.
No sabría decir el corte
porque era genuino
mi surco sobre ti; en ti,
en tu molde recostado
a un milímetro de la impaciencia.

Tu aroma cayendo a plomo,
el ímpetu de entrar en tus sueños,
en tus interiores
y es que estabas tan desnuda debajo de la falda.

Entonces me abrí paso
y miré el amanecer de tus caderas.
Miré a profundidad tus bragas rojas
colándome por el roto que te había hecho,
deseando que el algodón no cicatrice nunca.


Tú no lo sabes
pero ese día
te conocí del todo.

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