domingo, 7 de novembro de 2010

Las ironías de México

Muchas veces mi respuesta inmediata cuando me preguntan ¿cómo están las cosas en Chihuahua? es señalar la inseguridad, la corrupción, la drogadicción y demás putrefacción de mi ciudad natal. Para ser honesto (y agradecido, desde luego) nunca me había tocado en carne viva sentir toda esa destrucción fuera de los noticieros, patrullas volando y militares en escolta. El vecino de enfrente fue secuestrado dos veces, pero hasta ahí había llegado mi tacto con la inseguridad.

Remito en el título a la ironía de mi bello y jovial país porque no fue en Chihuahua donde me tocó vivir esa delincuencia, sino en la capital de Guanajuato, la ciudad mexicana menos mexicana de México y que yo sentía la más serena de todas las que he conocido.

Sucedió que caminando sobre una avenida desierta de regreso a casa, cuatro amigos y yo (una mujer y cuatro varones) platicábamos de lo bien que nos divertimos, hasta que vimos, al otro extremo de la acera, a un grupo de cinco o seis jóvenes en agresión. Al principio creíamos que eran dos bandos en riña, pero cuando el grupo entero se dio a la fuga y se resguardó en uno de los callejones, notamos que en realidad se trataba de un asalto sobre un hombre de 40 años que luego de la golpiza se levantó del suelo bañado en sangre y comenzó a caminar ante nuestros ojos perplejos.

Nos acercamos a su auxilio para buscarle una ambulancia. Tenía un severo golpe en la frente, otro en la nuca, y su oreja izquierda estaba casi desgarrada. Mientras lo revisábamos, Ángel llamó al 066 para que lo llevaran a un hospital. El hombre, tomado y golpeado, no podía recordar hacia dónde estaba su casa.
La policía apareció pronto. Unos ocho oficiales saltaron de una camioneta y comenzaron la revisión. Mientras unos hablaban con el hombre, otros hablaban con los testigos y uno más tomaba mis datos aparte. Segundos después, un grupo de muchachos se aproximaba a la escena.

Resultó que era el grupo de asaltantes que venía de regreso.
¡Eh pinches polis de mierda van a valer verga putos! Y comenzaron a disparar.

Vi entonces que tanto amigos como policías salieron corriendo y dejaron al hombre herido que reposaba en la banqueta. No supe qué sensación me dio cuando vi a los policías, a cada uno de los propios policías armados y preparados, correr huir junto con nosotros. Uno de ellos respondió a los disparos con los suyos, pero con ver a los 8 elementos corriendo como civiles yo ya me sentía mucho muy desprotegido. Corrí más y alcancé a Mata, la chica que venía con nosotros, y la metí a la cajuela de una camioneta. Eh, ¿y el Fer? ¿Dónde está el Fer? Preguntaba Hugo que se unía con nosotros junto a la camioneta. Volteamos a todos lados. Faltaba Fer, y la policía también había desaparecido.

Encargué a Ángel que se quedara con Mata mientras Hugo y yo retrocedíamos unos pasos, temerosos y resguardados en los autos estacionados. Honestamente, yo ya me imaginaba a Fer derribado a media calle; yo gritaba su nombre con el miedo en la boca.

Afortunadamente lo vimos a salvo corriendo a nosotros y nos dijo que como vio que dejamos al hombre herido, se detuvo a esconderlo debajo de un carro. Tal como lo leen, Fer agarró al homre y se metió debajo de un carro y dejó que los delincuentes (no por querer apuntar a nadie pero tenían acento del D.F.) sólo pasaran a un lado de ellos. Nos dijo que los fulanos regresaron a esconderse al callejón de donde habían venido y los policías volvieron para asegurarse de que no regresen.

Después de eso, ya despejada la violencia y con paramédicos asistiendo a la víctima, me quedé muy frustrado y triste. La policía conocía los callejones que sirvieron de escape para los asaltantes y pudieron haber rodeado el área y entrar con más unidades. Pero no lo hicieron. Dejarnos a nosotros cinco jóvenes a nuestra suerte tampoco es lo mejor de alguien con una placa que signa "proteger y servir" y, en serio, una oficial nos pedía con desesperación y temblor en la mano un cigarro.

Quería concluir con una reflexión sobre la situación del país, seguido de lo que espero en mi experiencia próxima en Lisboa, pero de exclamaciones tipo "qué barbaridad" ya estoy muy cansado. Esa noche me sumé a las familias que viven con miedo, y ya eso es suficiente.

Llegamos a casa, blancos de miedo, sin ganas ni maneras de poder descansar.

3 comentários:

Hex disse...

Su escrito me recordó lo que le pasó a mis amigas hace ya dos años... afortunadamente no acepté ese día la invitación de ir al cine , no me gusta pensar en lo que hubiera pasado si acepto acompañarlas. Desafortunadamente la inseguridad ha aumentado considerablemente en los últimos años y ya no lugar seguro en este país.
Me da gusto que este usted bien, le mando un abrazo.

Yuriko Montoya disse...

Mi buen Samy, afortunadamente yo no he sido víctima de la delincuencia, y con gusto le digo "qué bueno que te pelas a Lisboa".

Jejeje maldito, lo conseguiste!!!!! Tu Sra. Madre me lo contó el otro día, y la neta me da muchísimo gusto que poco a poco vayas cumpliendo tus sueños. Y antes de que esto se lea muy cursi, le envío mis más sinceras felicitaciones.

Bukanzen disse...

No había leido esto...