Tú
no lo sabes.
pero
el día que dormiste conmigo
rajé
un poco el borde de tu falda.
Sólo
un poco, lo juro,
un
corte preciso
entre
tu muslo y mis dedos
porque
no podía
y
tenía que irme al frente.
No
sabría decir cómo:
si
mis uñas fueron navajas
o
si tomé el cinto
que
habíamos tirado al suelo.
No
sabría decir el corte
porque
era genuino
mi
surco sobre ti; en ti,
en tu
molde recostado
a
un milímetro de la impaciencia.
Tu
aroma cayendo a plomo,
el
ímpetu de entrar en tus sueños,
en
tus interiores
y es que estabas
tan desnuda debajo de la falda.
Entonces me abrí paso
y miré el amanecer de tus caderas.
Miré a profundidad tus bragas rojas
colándome por el roto que te había
hecho,
deseando que el algodón no cicatrice nunca.
Tú no lo sabes
pero ese día
te conocí del todo.
te conocí del todo.
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