Who? What? WHY?! Se preguntó Kerrang Magazine en un articulo acerca de la emergente banda del planeta Japón llamada BabyMetal.
Conformada por tres niñas y un conjunto de músicos anónimos, Babymetal se enorgullece en presentar lo que llaman kawaii metaru, o Cute Metal, una mezcla tan armónica como violenta de J-Pop, Death, Speed y Progresivo. Su apuesta es la de darle una voz madura a cosas de niñas pequeñas, como comer chocolate, la soledad del bullying, el ánime y el amor por papá.
La fórmula funciona. En un acierto cristalino, la banda pone al frente una coreografía de lolitas que no pasan de los 16 años headbangueando al lado de metaleros agresivos. El truco es efectivo porque, contrario a lo que en papel pareciera, la banda no pretende en ningún momento hacer mofa del metal como lo hicieran Moderatto o Ten Masked Men, sino aprovechar la potencia del riff y el encanto de las falditas góticas en movimiento. Nadie diría no a eso, y quien lo haga, estaría exigiéndole al Metal una pureza que perdió hace ya una veintena de años.
BabyMetal es un caos de ternura; una batería que toca como con un marro le da potencia a un "¡Quiero chocolate!" de tres niñas que no dejan de ser niñas al tiempo que respetan, con exigencias de concierto, todo eso que musicalmente nos gusta del Metal. La coreografía no es sólo un show de jovencitas al frente del escenario tipo BoyBand, también integra la distorsión de la guitarra y voces guturales aquí y allá. Uno puede pasar de headbanguear adelante y atrás a headbanguear de izquierda a derecha sin romper en ningún momento la naturalidad del tema.
La impresión sucede porque, aunque Japón nos tiene muy acostumbrados a lo raro, BabyMetal es digerible y, de alguna manera, su música resulta familiar. Las niñas no se esfuerzan en ser lindas, simplemente lo son, y por ello no se sienten tan artificiales como por ejemplo el Visual-K (bandas andróginas y metrosexuales que no se distinguen entre ellas). Lo kawaii no asfixia a la guitarra. El sonido es europeo y es japonés al mismo tiempo, y es que el idioma japonés es tan permisible con la voz femenina, que no hizo falta otro maquillaje más que luces y encajes para generar el juego de decir "yo seré la novia de papá" mientras se alza la mano con los cuernos muy en alto. Las niñas se sienten como pez en el agua dentro de tanta violencia, conservan la sonrisa en el mosh pit, y dejan un sabor correcto y trasgresor a la vez. Pienso que ello se debe a que la música ha estado tan muerta desde hace tanto tiempo que hizo falta una banda como ésta que generara ese metal alegre para recordar lo que nos gusta del Metal sin sentir una tristeza de nostalgia por ello. "Enjoy Metal!" parecen cantarnos, y sí, en efecto, uno sucumbe al encanto con la calma de quien se enamora.
La impresión sucede porque, aunque Japón nos tiene muy acostumbrados a lo raro, BabyMetal es digerible y, de alguna manera, su música resulta familiar. Las niñas no se esfuerzan en ser lindas, simplemente lo son, y por ello no se sienten tan artificiales como por ejemplo el Visual-K (bandas andróginas y metrosexuales que no se distinguen entre ellas). Lo kawaii no asfixia a la guitarra. El sonido es europeo y es japonés al mismo tiempo, y es que el idioma japonés es tan permisible con la voz femenina, que no hizo falta otro maquillaje más que luces y encajes para generar el juego de decir "yo seré la novia de papá" mientras se alza la mano con los cuernos muy en alto. Las niñas se sienten como pez en el agua dentro de tanta violencia, conservan la sonrisa en el mosh pit, y dejan un sabor correcto y trasgresor a la vez. Pienso que ello se debe a que la música ha estado tan muerta desde hace tanto tiempo que hizo falta una banda como ésta que generara ese metal alegre para recordar lo que nos gusta del Metal sin sentir una tristeza de nostalgia por ello. "Enjoy Metal!" parecen cantarnos, y sí, en efecto, uno sucumbe al encanto con la calma de quien se enamora.
Se me ocurre que si la propuesta hubiera salido de un país tan musicalmente contaminado como Estados Unidos, aunque comercialmente exitoso, el artificio y el plástico habría imperado. BabyMetal se acepta porque, además, el japonés no puede dejar de ser interesante. En temas latinos, los menos doctos en música modifican la sintaxis de sus letras para cuadrar la métrica con la música de fondo con cosas como "a tu lado yo por siempre quiero estar" o "muévelo pa'lante to'o culo mamita-preta'ita". En las canciones, el japonés se vale de permisos más naturales que le dan un sabor inocente pero funcional a la letra, entre subjetivo y propio, jovial y sincero, que no podrá tener nunca la música americana de consumo.
BabyMetal es pues una banda megamalita, agradable, apetecible y vigorosa. Japón tendrá que saber qué hacer ahora que ha llamado la atención del mundo, esta vez no por raros, sino por auténticos, a sabiendas de que nadie, ni siquiera Estados Unidos, les puede imitar.
Um comentário:
Imposible no escucharlas una y otra vez!
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