Quiero primero, para desentenderme del problema prejuicioso que eate apartado pueda parecer, explicar que juego a ver, siempre, juego a ver, y no pasa de eso.
Decir de un mirrey: cadenas, bigote, mamalón y corte militar es rayar en el prejuicio. Eso sí. Al mirrey hay que verlo, apreciarlo, divertirse a consta de él tal como lo quiere. Decir mirrey por su vestimenta es decir falso, es quedarse fuera del juego; venga gente, hay mucha más plastilina en ese bote. El mirrey quiere notarse y por Dios hay que notarlo que mucho esfuerzo le cuesta. Hagámosle pues el favor.
Identificarlo es apenas la primera fase para divertirse. El Round 1 donde el boxeador conoce a su contrincante: Camisa corta porque el mundo merece sus biceps, botas genéricas pero chidas como converse a los hipsters. Cabello a ras porque así lucen sus bellos ojos tabasqueños y su tez criolla como la mía pero más "wáchala morro soy un morenazo" y menos "tú eres un pinche prieto muerto de hambre". Acinturado porque es bien macho pero con esclavas doradas en las muñecas porque también tiene clase. El mirrey irá acompañado de sus compás porque invariablemente no hay quien se resista al macho Alfa de la mesa.
Con buena suerte estarás sentado cerca de él. Con mala también. El mirrey te hará saber, seas quien seas, valgas lo que valgas, que aquí el jefe es él. El poder de su risa estruendosa acabará con toda algarabía, su fortaleza física hará creer que está sobre los guardias de la entrada, y probablemente así sea, digo, ¿qué guardia de entrada has conocido tú que tenga semejante sentido del humor?
Los mortales que no lo vieron llegar se han perdido del espectáculo que es verlo en su auto: un eclipse, una lobo, un mustang, un grand-am. Uno que valga doce veces tu salario y no puedas explicarte por qué. ¿y entonces para qué viene a este sport bar de gente tan pinche como yo? Pues a ser alguien, a qué más. ¿o tú crees que sabe algo más que un equipo se llama América y que el otro Cruz Azul? Por favor, tiene un IPhone Galaxy S3000 5, ¿qué tiene el mundo que decirle a él?
Sin embargo sabe que no es suficiente. Sabe que la mesa de allá no alcanza a ver su teléfono. Por eso hay que gritar, hay que invocar tu atención: AAAAAHHH NOMAMEES WEEY. HAHAH A HUEEVO CABRÓN, SIMOÓN. Y eres cautivado por su presencia. El golpe fuerte viene cuando suena la banda -cualquier banda- y entonces no puedes más que admirar su cualidad de mexicano que no ha sido descubierto: *tuba* bubibi.. AAAY-AY-AY-AY-AY-AY-- AAAAAAHAAAH AHAHAHAYYY YI- YI-. Hombre pero qué talento, ¡enseguida de mi mesa! Dios, soy tan agraciado.
La party en la mesa del mirrey no la verás en ninguno de tus cumpleaños. No hay quien sea tan alma fiestera como el guapote tamal de ahí enseguida. Uno canta por alcohol, él canta porque toda su vida es un pinche desmadre de los de acá wey, cabronsotes chingones.
Con suerte si la situación se presta, platicará contigo, o más bien hablará para ti. En ese momento serás su fan, y te jodes. Deberás abrir los ojos en admiración cuando te diga que ha tenido un cuerno de chivo en sus manos, que conoce a la arrolladora, que se puso bien locote, que parte madres. Que maldita sea tu suerte de no ser él.
La necesidad de eclipsar la noche así a la sorder es mucha, y es una cosa difícil. Por favor sea amable con los mirreyes, uno nunca sabe cuán necesitados de vida puedan estar.
Nenhum comentário:
Postar um comentário