Villoro dice: "Es posible que el futbol represente la última frontera legítima de la intransigencia emocional; rebasarla significa traicionar la infancia, negar al niño que entendió que los héroes se visten de blanco o azulgrana". Me parece clave que Villoro en éste y otros pasajes de su tesis aluda tanto a la infancia y al recuerdo. El deporte puede herir nuestras raíces culturales al tiempo que incentiva los gritos más estridentes, mezcla de euforia, rabia y esperanza. El hincha, continúa Villoro, "puede pertenecer al género de los ardientes, los melancólicos, los cardiacos o los nostálgicos, pero ante todo y en forma sorprendente es alguien que se resigna".
El aficionado es alguien que se resigna, y puedo decir que a mi edad, la resignación es parte ya de mi persona. Durante muchos años fui nido de resignación yéndole a las Chivas, a Ravens, al Porto, equipos que pocos títulos me han mostrado, pero sí muchas emociones. Nótese que ninguno de estos equipos pertenece de alguna manera a mis orígenes o raíces familiares. Los chihuahuenses tenemos la desventura de no tener equipo en primera y sólo conocemos al futbol por televisión, y en un primer momento a Chivas le agradecí su filosofía de jugar sólo con mexicanos, agradecimiento que preservé para poder gritar ¡Vamos Chivas! y realmente sentir algo. Ravens, por ser de Baltimore, tuvo esa genialidad de reconocer a su oriundo Edgar Allan Poe, quien me incentivara a estudiar literatura y por tanto ponerme su playera es para mí una forma muy ingenua de hacerle honor al poeta, aunque no me imagino qué contestaría Allan Poe si le dijera que le voy a un equipo de futbol americano porque la botarga le hace homenaje a su poema, seguro se encogería de hombros y nada trascendería de ello, pero qué bonito es poder mencionar algo de literatura gótica en un deporte tan tosco como lo es ése.
El Porto por otra parte es el eterno equipo segundón del que nadie espera nada, pero si gana tampoco se lleva los titulares, por ese lado se parece mucho a Team Liquid. Me gusta la adrenalina de saber que Porto puede o no puede ganarle a un equipo equis de la Champions, adrenalina que no siento tanto cuando veo jugar al Barcelona que también idolatro, pero cuyos goles se sienten más bien como un pronóstico reservado. Ahí no hay resignación alguna. Irle al Barcelona cuando juega contra el Levante o contra el Ferencváros es un poco canalla.
Ese sentimiento de pertenencia fue el que recuerdo haber subrayado aquella noche para atender a la pregunta. Algo dije sobre mi resignación (ahí está esa palabra otra vez) de no haber podido ser jugador de videojuegos profesional porque mis padres, como millones otros, no creían que eso era algo más importante que un título universitario por el que nadie jamás me ha preguntado. Coraje de haber desperdiciado años de mi juventud entre tareas y exposiciones, cuando pude haber perfeccionado mis tiros de habilidad y rodearme de gente que afinara mi talento. Envuelto en una manta de Team Liquid, celebro y aplaudo lo que a estos muchachos sí les fue concedido como un niño sin piernas que ve un partido de futbol abrazado a una pelota.
Mi afición por los eSports es entonces un acto de rebeldía contra la mutilación académica que cercenó mi posible futuro de estrella. Ahora soy testigo de jóvenes que llevan por mí el estandarte del triunfo sobre el conservadurismo educativo y deportivo, y ya no puedo aspirar a ser más; veo en ellos su propia rebeldía también. Cuando hay que defender al videojuego frente a periodistas que poco o nada saben de atletismo, que hay más agotamiento físico en League of Legends que en la Fórmula1, que estos muchachos fueron expulsados de sus casas y tuvieron que vivir en cibercafés para jugar sus partidas y ser descubiertos en los rangos más altos de la escalera. Si no puedo jugar, pienso entonces, apoyaré a quienes sí pudieron, y me veré reflejado en ellos.
Me permito en esta entrada hablar desde una óptica más sentimentaloide y reducida a la experiencia propia porque 1) nadie con pendientes y tareas se dará el tiempo de leer esto, y 2) creo que el gusto por algo, cualquier cosa, siempre incumbe al sentir personal e íntimo. Ya con el corazón abierto y el futuro ajado, puedo hablar de lo que significa para mí Team Liquid y su mar de fracasos, su logotipo de caballo degollado. Para ello relataré a manera de crónica la historia de Team Liquid y el lector me dirá si es o no una historia como para abrazarla.
2012-2014: La maldición |
Team Curse es el huevito del que nacería Team Liquid, cuando los juegos se jugaban sin ton ni son allá por el 2012. Las únicas reglas eran las limitantes de los campeones en el juego. League of Legends todavía no se entendía a sí mismo y los jugadores podían optar por cualquier estrategia que les funcionara y no había problema, como un equipo de futbol poniendo a 10 monos en la línea ofensiva, o un beisbolista corriendo de espaldas. Había espacio para la creatividad y lo único que sacaba adelante a un equipo era su sinergia y su dedicación al entrenamiento. No habían coaches, no habían patrocinios, no habían deportistas de alto rendimiento, eras tú y tus amiguitos jugando muy bien contra otros morritos de Nueva York o Salamanca, daba igual desde dónde jugaras mientras pusieras tus escudos y curaciones a tiempo. En particular este equipo fue mejor que el promedio pero le costaba mucho estar entre los mejores.
Acertadamente llamado Team Curse, su maldición radicaba en quedar siempre en el 4o lugar en cada torneo que competía, y este número lo acompañaría para siempre. Se le sumaban problemas de visado y disponibilidad de jugadores que tan temprano en la época se aventaran el leap of faith y apostaran por jugar al juego en épocas en la que el nerd, el freaky, el ñoño o el gamer era peor que ser emo. Curse dio pelea pero nunca consiguió nada, excepto ser absorbida en el 2014 por una compañía holandesa que ya tenía experiencia en los medios electrónicos, llamada Team Liquid.
2014-2015: El mesías líquido |
En general, los pro-gamers son adolescentes pubertos, pero Piglet rayaba en una actitud infantil y mimada, llorando por tener que levantarse de la cama y murmurando palabras sueltas que lo hacían ver como un sordo a las necesidades de sus compañeros. "Me, no leader, just player", "They no good, they bad", resumían sus respuestas cuando el equipo de coaches e inversores le pedían resultados. Piglet era de esos niños que te morías de ganas por darles un puñetazo en la cara, pero no podías hacerlo porque era el que traía el balón. A Piglet se le perdonaba todo porque era campeón del mundo y efectivamente era un excelente adc, pero lo condescendían mucho pretextando el choce cultural y su mamitis extrema propia de los más jóvenes. Así pues, el renovado Team Liquid desembolsaría más dineros para su siguiente temporada en una estrategia absolutamente opuesta.
2016: Dardoch contra el mundo
"Si no puedo depender de un jugador", parecía pensar la organización, "entonces dependeré de 10". En otro arranque de ideas, para la temporada 2016 Liquid se hizo de un roster de 10 jugadores para jugar un juego en el que sólo participan 5. Aunque todos tenían un rol específico a cumplir, el caos no tardó en eclipsar el objetivo con problemas de espacio en la gaming house y sobrecarga de trabajo para el coach. Steve, encargado de la marca, pensó que hacer algo novedoso sería suficiente para rendir frutos, y aunque la idea no está completamente errada, la infraestructura del equipo y del ecosistema de la liga no daba para tanto disparate. Poco a poco los mejores jugadores fueron ganándose el puesto titular y los demás tenían el encargo de mantener a flote al equipo de la academia, una subrama semi-pro donde juegan más bien las jóvenes promesas inexperimentadas contra otros bachilleres de los profesionales, similar a la segunda división o liga de ascenso.
Fue en esta temporada que Liquid adquiría a uno de los novatos más irreverentes y polémicos de la historia de League of Legends. Dardoch, un muchachito de 17 años que sacaron de quién sabe dónde, ingresaba al equipo como jungla suplente. Su habilidad era notable, incluso ese año ganó el premio al Novato del año, y de muchas maneras respetaba a su mentor en esa posición, el titular IWillDominate. Dom, como se le llama en breve, había estado con Team Liquid desde que era Team Curse, y su agotamiento empezaba a notarse aunque siempre dio frutos. En poco tiempo Dardoch demostró que era un heredero digno de tomar el puesto y pronto fue el jungla oficial del cuadro titular, dejando a Dominate encargado de junglear para el equipo Academy y poco después al retiro. Entre una centena de cambios y ajustes de jugadores, el cuadro titular terminó por definirse con Lourlo, Dardoch, Fenix, Piglet y Matt.
Esta mezcla como de jugando a la química sólo trajo discusiones y deudas al equipo. Dardoch tenía constantes discusiones con el nuevo coach Locodoco, un hijo de coreanos por el que siento una gran admiración debido a su filosofía de trabajo en equipo, algo que Dardoch nunca respetó. Durante una excursión intensiva en Corea, Dardoch, Piglet y Locodoco tuvieron las discusiones más acaloradas e infantiles que se hayan visto en cualquier equipo, lo que en poco tiempo terminó por mermar también a Lourlo, Matt y Fénix; todo era discusión y enfrentamientos innecesarios entre compañeros. Dardoch no se arrepentía de llamar imbécil a Loco ni de tachar de estúpidas sus estrategias y retroalimentaciones, mientras que Locodoco no hacía nada por imponer su estilo y hacer valer su lugar como comandante del grupo, ante la boca cerrada de Piglet quien se negaba a comunicarse y la mirada agachada de los otros integrantes que veían su futuro caerse a pedazos a punta de lloriqueos y actitudes pasivagresivas.
2017: El truco de magia |
La segunda etapa más siniestra vendría dos temporadas después, en el verano del 2017 cuando el equipo tenía más o menos equilibrio pero no victorias. Dardoch sería vendido al recién formado Echo Fox, y en su lugar, Reignover ocuparía la posición de jungla. Reignover era un muchacho mucho más maduro y experimentado, de buena comunicación, por lo que su contratación tenía mucho más sentido. El coreano Fenix le daría su puesto a la joven promesa Academy GoldenGlue, mientras que Locodoco dejaría el banquillo para hacerle espacio a otro coreano llamado Cain. Este ajuste parecía resetear la mentalidad del equipo pero estaban lejos de ser competentes. Tan lejos que terminaron en el último lugar de la tabla, forzándolos a jugarse la categoría contra los equipos que venían de la liga de ascenso.
En otro acto desesesperado, moribundo como caballo sin pata, Liquid extrajo del retiro a una súperestrella del torneo local. Doublelift.
Desde el 2012 Doublelift trascendía en el juego y destacaba por mucho. Era famoso por su personalidad serena pero provocativa y por supuesto su habilidad insuperable como adc. Sería necesario hacer otra entrada acerca de su carrera como profesional, tan interesante y tan venida desde abajo como la misma historia de Liquid que aquí se relata. Meses antes de su fichaje con TL en el 2017, Doublelift había anunciado su retiro para dedicarse sólo a stremear, abandonando al equipo con el que más brilló: el odiado archirival TSM. Nunca se publicaron cifras pero es evidente que Steve le pagó a Doublelift muchísimo dinero para sacarlo del retiro y jugara para un equipo medianón como lo era Team Liquid al menos hasta que terminara la temporada. El grito de auxilio era evidente, Steve le rogaba al mejor adc de Norteamérica, chequera en mano, que salvara de la eliminación a su desastre de equipo. Como típica historia noir del héroe retirado, Doublelift se rasuró, se puso la chaqueta y acudió al llamado.
Pero, ¿y qué hacemos con Piglet? Su contrato aún no expiraba (porque no ibas a traerte desde Corea a un campeón del mundo sólo para contratarlo por 1 año), y su precio era demasiado alto como para no explotarlo. Piglet entonces fue movido a la línea de mid, cuyas funciones en apariencia son similares al adc, salvo los campeones que se juegan, tu alcance dentro del mapa y el hecho de que es una línea que mayormente se juega 1v1, a diferencia de la posición de adc que en general va acompañada de un jugador de soporte. Con Piglet reubicado en la línea central y un Doublelift con un mamut transgénico en la espalda, Team Liquid se jugaría la permanencía contra Gold Coin, en una última patada de ahogado.
Liquid se había salvado. Doublelift cumplió su trato y regresó a la cama, pero algo en él volvió a retumbar tras sentir la presión y la energía del torneo. Estar en la liga era algo que extrañaba, una parte de él que lo ayuda a entender su vida. En un acto sorpresa, luego de tantas notas de agradecimiento y video homenajes de fans y periódicos, Doublelift regresó con su amado TSM, pero una temporada más tarde, TSM lo reemplazó con el europeo Zven, dejándolo fuera del equipo con las maletas recién abiertas en la mano. Buscando su vendetta personal, en el verano del 2018, Doublelift volvería a las filas de Team Liquid ante la mirada incrédula de los fans.
Agradecido con el de arriba, Steve rodeó a Doublelift con los mejores jugadores que pudo encontrar. Esta vez basado más en experiencia que en talento. En la línea superior Lourlo sería reemplazado por Impact, un veterano excompañero de Piglet y también campeón del mundo 2013, pero con un inglés más comunicativo y una actitud mucho más útil. Xmithie y Pobelter, ambos muy experimentados quienes además ya habían jugado con la superestrella en los mejores tiempos de CLG, y Olleh, una joven promesa dispuesto a escuchar cada vocal y consonante que el adc diga. Este equipo estaba diseñado específicamente para explotar las habilidades comprobadas de Doublelift y por fin, por fin, algo en Team Liquid salió bien.
2020-2021: Let's go Liquid! |
Con Santorin en la jungla, otro viejo conocido quien tuvo una excelente temporada, TL llegó a la final contra Cloud9 en la primavera del 2021, juego en el que no podría participar debido a una severa enfermedad de migraña. El suplente, Armao, daría todo lo que tiene para este encuentro tan importante, pero no sería suficiente para conseguir el 5o título del equipo. Aún así, esa final terminó en un cerrado 2-3, y en ella Team Liquid demostraría lo que una buena actitud y una perseverancia bien dirigida pueden conseguir.
Liquid vino desde abajo, tuvo momentos autodestructivos y severas repercusiones de ideas que parecían buenas pero que en definitiva la organización no estaba lista para enfrentar las contraproducciones. Aun así, Steve conservó el temple y con la cabeza fría corrigió errores, habló con las personas adecuadas y se convirtió en el tetracampeón que puede aspirar a más. Aunque el desempeño de Liquid en certámenes mundiales no ha sido satisfactorio, es evidente el desarrollo que ha tenido y su evolución va de la mano con la evolución misma de League of Legends como deporte. Es un ejemplo de sobrevivencia y corrección de errores, donde cientos de equipos han desfilado y han desaparecido, con promesas destruidas y carreras truncadas. Es un ambiente cruel, pero Team Liquid, dejando atrás sus maldiciones, ha sabido adaptarse, más o menos como el agua.
Por eso le voy a Team Liquid.
#TLWIN
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