En algún taller de redacción creativa, el profesor nos dijo que detestaba las historias donde el protagonista estaba loco, porque es fácil justificar sus acciones o embarrar de alucinaciones y metáforas la historia mientras que el lector tiene que aceptar que todo está justificado por la locura.
De ahí el cliché de Alicia en la madriguera del conejo, donde todo está al revés porque así es la mente retorcida. Desde luego como videojuego, Alice Madness Returns es un auténtico viaje, y poco interesa su justificación narrativa porque al videojuego poco le interesa y a la novela un tanto menos, pero en ambos formatos la historia es redonda y se agradece cada imagen con sus sinsentidos explicados. Al menos cuando jugué Madness Returns disfruté cada representación audiovisual de la mente de Alicia haciéndose añicos, que además integraba a la contaminación industrial en el trauma de la muerte de sus padres.
Mismo trauma vemos en Fran Bow, donde el prólogo nos presenta a la familia más feliz arrebatada por el cruel asesinato de Martin y Lucia Bow, tras el episodio, Fran Bow aparace en una consulta psiquiátrica. Es exactamente la misma premisa que vimos ya en Madness Returns, Alicia tiene su mundo interior devastado por la muerte de sus padres y despierta en el psiquiatra para dar inicio a la aventura de restaurar su mente.
Desde luego, puedo pasar horas dando ejemplos de este caso de uso, seguro muchos pensamos ya en Batman que ha visto morir a sus padres en cada una de las presentaciones que nos dan del hombre murciélago atormentado por aquél ladrón no identificado. La diferencia entre Bruce y "Fralicia" es que Bruce vive en un mundo más terrenal donde la justicia es la búsqueda y Gotham es su país, mientras que Fralicia sólo desean la paz interior, señalando de paso la incompetencia de la medicina occidental incapaz de entender los horrores de la psicosis.
Fralicia es entonces ese síndrome narrativo del que mi profesor hablaba. La protagonista mira puertas invertidas y conejos blancos porque está loca, y hay que aceptarlo. Los accesos de psicosis que representan sus aventuras son en realidad complicaciones de sus medicamentos que con el tiempo se harán más presentes. Esto es un gran móvil para las aventuras del videojuego, donde hay que sortear plataformas flotantes y monstruos oscuros para encontrar La verdad. Bruce ha aceptado que no dará con el asesino de sus padres, pero algo hace para estar en paz. Fran Bow tiene el objetivo de reunirse con su gato negro que es el único ser que le provoca serenidad mientras que Alicia desea reparar Wonderland de la polución industrial y psiquiátrica a la que está sometida en su entorno.
Existe otro videojuego independiente que raya de forma muy sutil con este síndrome. The Cat Lady, un juego simple y tenebroso que cuenta la historia de una mujer mayor, que amanece en el psiquiátrico luego de intentar suicidarse. Este juego es especial porque conserva un tono deprimente de una mujer que no es inocente como Fran, valiente como Bruce ni juguetona como Alicia. Su entorno de locura está más claro porque la depresión es un síntoma verdadero de los peligros que corre y por tanto, no la tachamos de loca. Tenemos entonces una forma refrescada de contar las historias psiquiátricas desde una perspectiva más comprensible.
Digo todo esto porque, por momentos, Fran me pareció una reproducción burda de Alice Madness Returns, pero conforme avanzaba la historia, noté mensajes de los creadores (dos personas, por cierto) que nos decían algo mucho más importante y es algo que he estado escuchando mucho últimamente.
El asunto éste de las realidades paralelas, las dimensiones empalmadas, los seres que viven en otra frecuencia y no podemos ver por ser demasiado primitivos. Resulta pues que lo que Fran ve no son alucinaciones sino vistas a un mundo espiritual cuya luz y oscuridad tiene más contraste y relevancia. Fue ahí cuando el juego me enamoró, porque ya no es otra niñita huyendo del doctor que la medica, sino que trata de un humano que abre sus chakras y conecta con estos fantasmas o entes espirituales presentes en todo lo vivo. La oscuridad también es magia, parece decirnos, y la percepción de la realidad tiene muchas aristas que todavía no alcanzamos a entender pero que ahí están.
Es agradable ver que estos tres juegos de aparente oscuridad y ríos de sangre tengan su propia óptica
narrativa aunque estén contando exactamente lo mismo. Fran Bow sabe de su homenaje y rinde un par de guiños a Alicia para reconocer su influencia. Madness Returns se permite presentar a una Alice Lidell adolescente y es fiel a las dos novelas de Carroll desde su primera entrega, Batman tiene al villano Sombrerero para obviar la referencia, mientras que The Cat Lady se aventura en su propio discurso de una cuarentona deprimida y su relación con la muerte.
En general recomiendo Fran Bow como una manera de acercarnos a los fantasmas de frecuencias más sutiles. Desde luego un sólo videojuego independiente no da abasto de todo lo que hay que aprender sobre dimensiones empalmadas, pero es una experiencia agradable que parte de esa locura que tendemos a tachar de gastada y reciclada en el proceso creativo.
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