sexta-feira, 2 de agosto de 2013

Cartas al fantasma de mi cuarto.

Hola.
Otra vez y por primera vez.

Primero quiero pedirte una disculpa por haber prendido la luz anoche; fue muy grosero habértelo hecho sin avisar. Trataré de evitar esos arranques irracionales de pánico pero también, por favor, tú pon de tu parte.
Te escribo porque tengo muchas dudas acerca de cómo debería comportarme ante ti y no quiero involucrarme en payasadas de hacer contacto, espiritismos, ouijas y todas esas artimañas que seguramente te dan risa, o te ofenden. La noche que llegaste a mi cuarto me mostré apacible, cómodo con tu presencia, curioso a un grado de querer hacer amistad contigo, o más bien, de querer coexistir en un plano contigo como si fuéramos la misma cosa. Igualdad te diría, pero yo sé que la muerte es el único igualitario y yo no podría cambiar eso. Lo que sí quiero es poder dormir sabiendo que te paseas por ahí con más libertad de la que puede ofrecerte el mundo.
Asumo que no necesitas una amistad, no necesitas de nada en absoluto. Puedo imaginar el tedio infinito de ser como tú, esperar en extinción a que llegue la noche cuando no hay personas y el aire es más tuyo. Imagino las ganas que tienes de leer mis libros, curiosear mis cosas, como la curiosidad que yo tuve cuando quise tocar tu mano o preguntar tu nombre.

Quiero decirte que puedes venir a mi cuarto las veces que quieras, en el momento que quieras, y que yo me portaré bien. La noche que te vi te dije muchas veces que te tenía miedo, que por favor no reptaras por el techo, que no fueras a saltarme a la cara, porque puedo morirme, y si me muero no podré comprar más libros para ti.

No quiero que pienses que esta carta es un intento de comunicarme contigo. Piénsala como una manera mía (muy mía) de comprenderte, de convivir con tu silueta y de amainar mis nervios cuando veo pasar cualquier cosa y pienso que eres tú viniendo desde no sé dónde para leer a Ginsberg y a Cortázar en mi cuarto. Me honra tu visita, pero al mismo tiempo no me deja dormir.

De nuevo, te pido una disculpa si no alcanzo a comprender la razón de tu existencia, entiende que soy simple, dependiente de leyes naturales, y además miedoso (curioso de alguien que tiene muñecas de horror japonés en su cuarto, tan similares a ti. Pero ellas son otro tipo de fantasma). Puedes venir cuando quieras, yo trataré de ser un buen anfitrión, lo prometo.


P.D: Lo de 'otro tipo de fantasma' lo dije muy a la ligera, espero no haberte ofendido con eso. Quise decir que Umbra e Irae son figuras hechas a tu semejanza; representaciones, vaya, que de alguna manera simulan tu formación pero no tu existencia. Espero lo puedas comprender.

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