Con admiración para la familia Ibarra, promotores del futbol en Ciudad Juárez.
Hay atletas, existen equipos, a los cuales no se les pueden exigir títulos o grandes protagonismos, sino sólo sobrevivir a la competencia. Hay para quienes, el simple hecho de mantenerse en Primera División o llegar a unos Juegos Olímpicos, es toda una hazaña. Ahí, en el "estar", en el "mantenerse" con vida, radica su gran éxito porque, aunque no nos guste aceptarlo, en el deporte y específicamente, en el futbol, también se gesta una lucha de clases entre los que tienen mucho y los que tienen muy poco. Aunque el espíritu del deporte es buscar la igualdad, no todos tienen las condiciones a su favor para ser Campeones o ganar medallas. Bajo esta perspectiva, no se le puede exigir lo mismo al club rico que al club pobre, al poderoso que al débil, al joven que al experimentado.
Por eso, el drama que viven los Indios de Ciudad Juárez debe analizarse desde una perspectiva distinta. Lo más sencillo sería criticar a "La Tribu" por sus 21 partidos sin ganar, por la ineficacia de sus refuerzos, por el bajo rendimiento de algunos sus futbolistas, por los magros resultados que entrega su entrenador. Sin embargo, juzgarlos de esa manera nos convertiría en insensibles e insensatos.
Indios de Juárez es el equipo más modesto de la Primera División. Opera con el presupuesto más bajo y en medio de un ambiente social de grandísima tensión. La familia Ibarra, impulsores del equipo desde sus días en las divisiones inferiores, han hecho un esfuerzo descomunal por ofrecer futbol profesional en una plaza con gravísimos problemas, en donde conseguir apoyos económicos y patrocinadores se convierte en una misión titánica cercana a lo imposible. No pretendo convertirlos en víctimas, más bien intento que reconozcamos su dura realidad.
El problema de Indios va más allá de lo futbolístico y debemos entenderlo así. La cuestión no es que la Directiva escoja buenos o malos jugadores, entrenadores capaces o incapaces. Este club se arma con lo que puede, con lo que encuentra, porque a la organización le hace falta de dinero y a Ciudad Juárez le sobran problemas. Más de una docena de futbolistas y técnicos han rechazado la opción de trabajar para los Indios por la inseguridad del entorno, razón más que justificada y comprensible.
En medio de estas terribles condiciones, el reto de Indios de Juárez es totalmente distinto al de Tigres, Gallos Blancos o Atlas, sus rivales por la permanencia en la Primera División. No es mi intención minimizar los esfuerzos que hacen otros clubes en México, sino resaltar que el club fronterizo lucha contra adversidades colosales.
Por ello, la misión de "La Tribu" va más allá de mantenerse en Primera División, lo cual cada día se ve más difícil. El reto de Indios es sobrevivir como organización deportiva; que, pase lo que pase, este club no desaparezca; que esta organización siga existiendo, con su camiseta y sus colores, con su breve historia y su humilde cantera; que siga luchando por superarse; que continué jugando futbol profesional y promoviendo el mensaje del deporte en su lastimada comunidad.
Ante estas condiciones que a todos nos duelen, perder la categoría no es un fracaso para los Indios, sino apenas una derrota por cansancio. Por eso, celebro el esfuerzo que hacen los Indios por no claudicar. Aplaudo su espíritu de lucha. Valoro el ejemplo que nos dan en cada partido porque, a pesar de todo, no han perdido la esperanza de que éste puede ser un lugar mejor del que tenemos.
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