Tú no debes admirar a los otros
los otros deben admirarte a ti.
-El Batuta.
Dos cosas me quedaron muy claras luego de salir esta noche de la sala del cine. Dos datos que a veces -sobre todo entre semana- olvido por completo. Habían un par de niñas emo a las puertas del edificio que volteaban el rostro como las grandes estrellas alemanas:
-Weeeey, ¿por qué se nos quedan viendo tanto la pinche gente weeee?
-Aaay wey pos porque somos bien originales, mensaaa.
Carajo, me pude haber ganado un premio al mejor actor cuando evité reírme de ellas a toda costa.
En ese momento, y haciendo un pequeño análisis del filme, caí en la cuenta de lo fascinante y lo derrotado que es el mexicano. O dicho de mejor modo, de cómo se fascina en su propia derrota. Recordé al Rudo con su uniforme de manga larga y su entrevista pos sí yo uuh yo desde que taba chiquillo siempre quise ser portero pué y de cómo nos parecen sorprendentes los sacrificios aztecas pero nos creemos las babosadas de la religión católica (traída de Europa, por tanto, mejor); recordé cómo las televisoras mamaron a Máicol Felps y detestan al Club Deportivo América. Recordé a Hugo Sánchez y sus clases para adoptar el asento castellano y los monitos de Bugs Bunny del Kentucky con la playera de la Selección Mexicana. Entonces pensé dos cosas: Gracias fútbol por ser el refugio de nuestra valía, y Ay pinches mexicanos cómo estamos pendejos.
Tenemos que ser peones del fútbol como son peones los gringos de los medios de comunicación. El tema del futbol es la mina perfecta en donde los mexicanos cavamos nuestro sueño de ser un país de ganadores, ser un país en donde el Sí se puede no hieda a derrota tras derrota. Es el mexicano quien supone que ganarle a Estados Unidos el próximo 11 de febrero se escribirá en los anales de la historia en donde luego de presumir cómo es que somos una nación más vergas que la güera (usando a argentinos para meterles goles, por cierto) pondremos al pie de la página ¿pos no que muy chingones? Y entonces ahí sí todo el mundo ya es muy mexicano. y ¡Viva Zapata! Y ¡México Campeón! ¡Rarará! Porque nosotros encontramos la identidad y valía y mexicanidad en aquellos 11 neovillistas de la cancha; Nos sentimos grandes por taparles un penalti porque no tenemos otra forma de decirle a la gente -y a nosotros mismos- que tenemos algo qué ofrecerle al mundo además de rancheros chíngatealotro y gente sin esperanza que limpia las alfombras de personas cuya fortuna es mucho mejor desde el nacimiento.
Pero cuando ganamos un partido somos la bomba del siglo. Ahí sí todos gritamos aaaaaaaaaahahahaha con un quién sabe qué orgullo en la cuerdas vocales, para luego asaltar la gasolinera de la Josema y comprar con ese mismo quién sabe qué orgullo de mexicano ganador una cocacola.
Ahora con todo esta polémica de que si son muchos naturalizados en la selección o que si los mexicanos no tienen la capacidad para representarnos, el tema de la película junto con los sueños jodidos y jodedores de los personajes principales cae como anillo a la puta... México está formado por hombres apasionados sin talento, y a la vez está dirigido por hombres talentosos sin pasión.
No cabe duda que Cuarón se está burlando del mexicano más de lo que se burló Lalas de nuestra escuadra futbolera; ¿o cuántos aficionados no se vieron a sí mismos en ese Si no metes gol te voy a partir la madre, ¿me das tu autógrafo? que es tan propio del mexicano narcotráficado (tipo de mexicano #1) como lo es tan propio del patriota jodido por el sudor de su camiseta (tipo de mexicano #2). El Tato pues era muy mexicano. Él pensaba yo a lo mío y que a México se lo cargue la chinga'a. Mientras que Beto se ganó el puesto de héroe nacional, aunque le haya costado una pierna. Y con esa sangre nopalera -la misma que aprovechó el mismo México mismo para chingárselo-, se ganó igual tanto el reconocimiento por ser mexa como el castigo por ser también mexa. No me sorprendería que un día quitaran la estatua de José Fuentes Mares y pusieran en su lugar una de Jorge Campos. Al menos la gente sí sabe quién es ése.
A lo que apunta pues la película (además de que en este país los extranjeros son los que siempre salen ganones) es que nuestro balonpié, así mediocre, retrasado y sin importancia histórica como lo tenemos, es el chapoteadero desde el cual queremos llamar la atención de los mayores. ¡Mira papi Europa! Ya sé nadar sin un flotador! ¿Ora sí soy digno de jugar en el Barça?
Desafortunadamente México es un planeta de Rudos y Cursis. Tarde que temprano terminas en la ruina (o peor aun, en el anonimato) ya sea por tu individualismo o por tu mexicanidad; tu única salida se convierte entonces en joderte al primero que veas. Es eso o confiar tu vida en el cuñado narco del cual, por cierto, también eres un cliente.