segunda-feira, 28 de dezembro de 2009
terça-feira, 15 de dezembro de 2009
terça-feira, 1 de dezembro de 2009
quarta-feira, 14 de outubro de 2009
Día 0:
Temeroso de un abarrotamiento en cada licorería de la ciudad. Prontamente reservé unas cuantas caguamas en mi refri. Éstas me salvarán cuando me quede sin un quinto y quiera seguir bebiendo. Así como para tener un atractivo para llegar a la casa.
En conjunto con el tequila que aún me queda de mi cumpleaños, el alcohol casero no será ningún problema.
He marcado los eventos a los que quiero asistir en el festival. Mayormente teatro. Debo conseguir boletos.
Día 1:
Luego de la clase de Inés, me dirigí al café calipso para ver un lamentable juego de la selección mexicana. Vi los fuegos artificiales y noté cómo efectivamente las calles se llenaban bastante, pero no como para decir que no se podía caminar.
No pude asistir a ningún evento. Ya habrá oportunidad.
Volví a casa.
Día 2:
Ya revisando los horarios y costos de los eventos, me entristeció ver que no todos estaban a mi alcance (Hamlet de Lituania cuesta $500).
Pasé toda la tarde buscando los gratuitos, o los menos groseros. Lástima, me perdí la coreografía brasileña, el cuarteto de violines, el teatro negro que me trae ciertos recuerdos, y algunos otros.
Apenas pude ver el teatro libre de Zacatecas sobre un barco que viaja a la luna. Bastante bueno.
Recogí mi ropa limpia, no me quedaron ganas de leer nada. Quiero ver Prison Break de nuevo.
Volví a casa.
Día 3:
Amanecí con flojera, para variar. No fue sino hasta que tomé un baño que agarré algo de energía.
Bajé al centro sin mucha esperanza en ver algo interesante. Caminé buen tramo hasta un tianguis hippie donde compré una pulsera. Más adelante compré unos rastrillos.
Hubo un evento de malabarismo, Alejandro Capo traído desde Argentina por el teatro callejero de Cata (video aquí). Tras ello, unas zacatecanas me preguntaron por el bar Zilch. Las acompañé hasta él, luego me pasé al café calipso donde me estuve hasta la medianoche. Fui a cenar enchiladas suizas y me dispuse a ir a casa.
Antes, pasé al Rincón del Beso. A petición del inge -dueño- subí al podium y declamé un par de poemas, El Espantapájaros y el Cuervo. Bebí hasta las 3 de la mañana; un hombre al salir me dijo "hasta luego, poeta". Cuánto tiempo había yo esperado para que un perfecto desconocido me designara por tal nombre. Lo más seguro, le dije al inge, es que regrese.
Volví a casa.
Día 4:
Invitación al Antik. ¿Podemos hablar? Pues va ¿qué tengo qué perder? Se habló, todo en orden. Había un baile tradicional zacatecano que poco me interesaba. Otra bohemia oscura por favor viejo, y mi voz se extinguió en el tapiz de aquel bar tan neutro. "Ah macho, me ha gustado este sitio ¿eh? Que es todo un viaje" reíase una española junto a mí en la barra. El mesero apurado sólo le seguía el juego a modo mecánico. "Vengo de ver una escena en San Fernando, pero qué maravilla ha sido ¿eh? Un espectáculo de luces que te cagas". Es raro, ni la mujer ésa ni cualquier otra me parecen desde un tiempo para acá en absoluto interesante. Yo debería estar tendido en el patio de mi casa soportando el frío con un tequila en la mano, no en un bar tan neutro rodeado de nadies y viendo la pantalla de videos para demostrarme a mí mismo, otra vez, cuánto me aburre Radiohead. Ale, viejo ¿me das otra Bohemia oscura por favor? Y que les den por el culo.
Luego al DDR donde me abordó un niño de 14 años parlanchín y rollero tratando de ser mi best friend. -Tienes que descansar antes de meter la otra ficha, no, no te voy a dejar, a ver tu aliento, eeeh!! Has tomado ¿verdad?-. Pff ¿quién se ha creído? Todavía tuvo la desfachatez de lanzarme una ligera patada en la espalda. Va, mi última ficha y me largo. No hubo caso, el niño me siguió por toda la calle haciéndome las preguntas más insulsas (algo recuerdo que venía platicando del sabor de los quesos). No me dejó entrar a otro bar, tuve que ir a una cafetería por una soda italiana, a insistencia del nuevo fan.
Me acompañó hasta su casa (¿?) yo ya más desesperado que molesto.
-¿A qué edad perdiste la virginidad?
-a los 18
-¡uy ¿tantos?! ¿Cuál escritor modernista es tu favorito?
-Pff, no sé.. Tablada.
-Aaah no lo conozco.. el mío es Pablo Neruda.
-Ése no es modernista. Los autores modernistas son a principios del siglo XX.
-Ah yo digo modernistas de los más nuevos. ¿Y tienes novia? ¿O te gustan los hombres?
(Miren nomás a este cáemebien). -No, no me gustan los hombres, y no, no tengo novia.
-Aah, yo tengo una amiga que quiere andar con alguien para darle celos a su exnovio, si quieres te la presento.
-Sí, sí quiero. (algo bueno tuvo que salir ¿su amiga tendrá 14 años también?)
-Bueno, pásame tu correo y conéctate el lunes como a eso de las 4.
-Sí, whatever. Adiós.
A los Lobos por mi última cerveza. 2 hamburguesas por $20. El viento andaba grosero, las nubes volaban bajo. Me urge terminar la lectura del jueves para comenzar de una vez con la del lunes. No había luz en toda la calle.
Volví a casa.
Día que sea.
Bien, no pude seguir la crónica, y alguien en específico sabe por qué. No son detalles que gustan publicarse.
Bástase decir la desfachatez de insultar, agredir, tocar a la fuerza, y luego pedir dinero prestado.
Bah, lo perdono todo -Lain lo vale. Lain vale eso y mucho más-.
En resumen, el Cervantino estuvo bien. Sólo vi lo barato y gratuito, en pos de mi bolsillo y mi escuela, mi diabólica escuela que demanda la comprensión de lecturas incomprensibles.
Termina el Cervantino, sobreviví al alcohol en lo que cabe. Cerré con un antro tan aburrido como son todos los antros punchis-punchis, donde el acontecimiento más interesante, además del cumpleaños de mi hermana, fue la mujer desconocida que llegó y así nomás me regaló un condón.
Ya, se lo agradezco. No sé de qué tenga yo la cara, pero una cosa de ésas vienen bien y jamás sobran.
domingo, 27 de setembro de 2009
¿Por qué los hombres aman a las Gamers?
sábado, 1 de agosto de 2009
El proyecto parecía millonariamente redituable. La franquicia estaba en su clímax y la publicidad no podría ser mejor. The Matrix Online [MxO] prometía ser la continuidad fija de la más representativa saga de un cyberpunk que poco a poco iba robándole terreno al resto de las exposiciones de la ciencia ficción.
The Matrix se reveló en 1999 como la más importante revolución cinematográfica del fin de siglo gracias a sus técnicas de cámara, su anécdota intelectual y la amalgama de simbolismos y referencias culturales. El sinnúmero de parodias que se le hicieron en seguida no fueron sino reconocimientos a la creatividad de los hermanos Wachowski quienes pese a desconocer el medio hollywoodense y con poco presupuesto trajeron al mundo una nueva visión de la relación hombre-máquina mezclando algo de conspiración gubernamental, existencialismo sartriano y la importancia de la elección en la vida del ser humano. Pensadores como Hume, Nietzsche y Baudrillard por sólo mencionar algunos encuentran en The Matrix reflexiones tan propias del filósofo como del personaje o de los diálogos dentro de la película.
Y entra aquí el tema que me interesa desarrollar. Llega al terreno de juego The Matrix Online con la idea única de proseguir la historia que Revolutions había ya concluído. Con esa proyección en mente, MxO heredaba la responsabilidad de mantener a The Matrix en el trono donde estaba a través de la narración online y a la continuidad de los sucesos que ocurrirían después de la paz anhelada que si bien servía como conclusión cinematográfica, no era suficiente para satisfacer a los seguidores del universo de The Matrix. Preguntas como ¿Qué pasó con Morfeo? ¿Cómo vivieron los hombres y las máquinas a partir de entonces? ¿Cuánto tiempo podría durar esa paz? y ¿Neo está realmente muerto? Encontrarían sus respuestas dentro de MxO por medio de las acciones de los jugadores y la intervención de personajes que sobrevivieron a la guerra previa y de otros tantos que fueron surgiendo conforme avanzaba la crónica.
La intención era buena: el jugador tomaría la píldora roja tal como lo hicieron los héroes en la pantalla y así se reclutaría en las filas de las fuerzas humanas o bien, apoyaría las posturas de la inteligencia artificial. La idea de comandar una nave, combatir agentes peligrosos, participar en conspiraciones e interactuar con personajes clave de la saga era un éxito seguro, pues The Matrix estaba en la cúspide y los Massive Multiplayer Online [MMO] iban cada día en ascenso. El juego estaba bien hecho y contaba con las exigencias que todo jugador en línea siente familiar.
Parecía pues que The Matrix Online era el sustituto perfecto a las tradicionales secuelas cinematográficas. Duró 4 años y medio en la red, tiempo en el que transitaron poco más de 1000 usuarios. ¿Qué fue lo que pasó entonces? Lo que parecía ser la nueva fase de The Matrix quebró poco antes de llegar al lustro y nadie se vio interesado en darle seguimiento a esa legendaria franquicia que los Wachowski habían traído al mundo 10 años atrás.
quarta-feira, 29 de julho de 2009
quinta-feira, 9 de julho de 2009
quarta-feira, 17 de junho de 2009
José Alfredo Jiménez lo dice bien: "¿Quién no sabe en esta vida la traición tan conocida que nos deja un mal amor?"; porque, ¿a quién no le han roto por lo menos una vez el corazón? Y es que cuando el objeto deseado o amado desaparece, el dolor es tal que el pecho nos duele y falta la respración, falta la energía. Recordemos a Galdós, a Queiroz, a Flaubert y a otros tantos en quienes las heroínas se morían de amor, de tristeza y pesar, de tormento en el corazón.
terça-feira, 19 de maio de 2009
domingo, 17 de maio de 2009
sexta-feira, 1 de maio de 2009
segunda-feira, 27 de abril de 2009
Para definir lo que es literatura erótica habría que estrictamente dedicarse a definir lo que no es literatura erótica, y lo que ésta logra y pretende con cada una de las palabras obligadamente seleccionadas con cuidado. Sentarse a desmenuzar y clasificar los elementos que la distinguen como tal sería, en cada vez, inventar nuevos requisitos que nada tendrán que ver con la ocasión anterior en la que se ha definido. García Lara acierta en decir “vano sería cualquier intento de análisis o examen del erotismo que no partiera de la previa constatación de su carácter escurridizo y polimorfo”. Con ello entendemos que el erotismo se mueve siempre en un terreno ambiguo e indeterminado. Lo erótico se presenta siempre como algo estrechamente unido al concepto de límite, lo cual forza a establecer hasta dónde pretendemos llegar al momento de guiar al lector hacia un momento sexual, o bien, hacia una insinuación de éste.
Estamos hablando entonces de un género volátil y cambiante, cuya base se encuentra (y esto como premisa del trabajo que aquí presento) en el eufemismo, en el no decir, y en las alusiones (o bien ausencias) que se hacen hacia miembros, acciones y sentires del cuerpo que ante una mención directa podrían ser insultantes o hirientes dependiendo siempre de su forma de presentación. Con esto me refiero a que la literatura erótica, abarcando desde luego también a la poesía, depende del cuidado que el escritor aplique para hablar de una intimidad y una pasión que no excite al lector, sino que lo haga cómplice de un acto que es enteramente personal para ambos. Tal como señala Ana María Moix: “Diríase que con sólo enjuiciar u oir el término ‘literatura erótica’ resultará ya innecesaria toda explicación del mismo, como si expresara por sí solo un contenido, un significado claro, determinado, unívocamente universal con el que todos estuviéramos de acuerdo”. Compartir un sentido tan privado como lo es la sexualidad y la pareja exige mucho tacto a la hora de evocar las ideas que van a darle a la obra el sentido de ser un texto profundo en el deseo personal, pero que cuidando de no hacerlo sentir invasor o punzante.
Para mantener esta diferencia tan delgada y cambiante hace falta, como ya dije, entender lo que no es literatura erótica, y dejarle en claro al lector cuál es la intención de la obra al momento de utilizar ciertas metáforas e imágenes sexuales que puedan ser consideradas ofensivas si no se logran con el tacto adecuado. Aquí habría que pensar en que cada persona va a aplicar las referencias sexuales del texto a su propia sexualidad, y es esta subjetividad, junto con la moral social y el pudor, la que obliga al autor erótico a pensar cuidadosamente sus palabras, y es aquí donde viene el verdadero trabajo del erotismo: ¿cómo recreo algo tan universal y bello como es el sexo en algo tan personal y pecaminoso como es el sexo? El tabú impuesto por la sociedad sobre el tema es lo que forja esta arma de doble filo que el autor debe considerar a la hora de hacer su jugada; tiene que cuidar qué está evocando, cómo lo está evocando y para qué lo está evocando. No tener cuidado en esto sería llanamente poner en la mesa un acto que no solamente es común, sino también castigado.
Es justamente sobre este cuidado como Ana Clavel trabaja y opera en su novela. La autora sabe que el tema que está manejando está confinado a ser un acto deshonroso y despreciable que, si se redacta como tal, como es, como se siente, en lugar de una novela erótica tendremos un testimonio de un pederasta, y no el conflicto sexual y llamativo que siente el personaje principal como víctima de su propio deseo. Mantener un control sobre lo que el lector aprueba y lo que la sociedad reprueba exige de saber utilizar las palabras y encaminar el curso de la historia en un viaje hacia el corazón del hombre apasionado, un viaje que se entienda es sobre la excitación sin hacer mención a ella. El acto erótico se entiende como una subliminación de los simples actos sexuales que se puedan asociar con la belleza y el arte exento absolutamente de todo castigo y censura.
Para fortuna del autor erótico, es sencillo definir qué no es literatura erótica sin ahondar tanto en lo que sí es literatura erótica. Aquí entra un término en general repudiado y tabú como lo es la pornografía, absoluta enemiga del erotismo (la hermana gemela malvada, si se puede decir). Ema Llorente lo expone de la siguiente manera: “La pornografía se siente como un exceso o una superabundancia sin reserva que, en algún sentido, resulta agresiva. Lo pornográfico es descriptivo e imitativo de una realidad externa que copia sin reparos y en detalle”. Estableciendo esta afirmación entendemos pues que el erotismo crea una infinidad de alusiones que pueden inventarse y reinventarse, mientras que la pornografía siempre será una imitación explícita de una realidad que nada tiene que ver con la pasión, sino con la excitación. Es decir, la pornografía es una reacción material en el lector, una excitación directa; en cambio el erotismo, acaso procaz y fuerte, pasa por el filtro del eufemismo y la metáfora para lograr un lenguaje más poético. La pornografía desde luego, no entra en la selección literaria. El acto sexual es siempre el mismo, son los juegos eróticos los que dan la acentuación pasional e innumerable debido su fuerza intelectual. Y es que es el sentido artístico y creativo el que aquí nos ocupa; buscando esa estética, podemos despegarnos del sentido pornográfico o bien, de la perversión del acto sexual, como comenta Ana María Moix “así como el erotismo está íntimamente ligado a la obra de arte en general, ya sea literaria, pictórica o escultórica, la pornografía rara vez guarda relación con lo artístico y pocas son las novelas o relatos pornográficos de los que podamos afirmar que posean una calidad literaria digna de tomarse en cuenta”. Es evidente que el valor de la estética es sobradamente importante y será la metáfora, la alusión y el eufemismo lo que le dé sentido al gusto por la lectura erótica y que, por ello, mantendrá al margen a la pornografía como tal.
Puede verse a la escritura erótica como trasgresora, porque exterioriza una ensoñación-recreación que generalmente se limita al margen de lo privado. La trasgresión reside en exhibir con palabras algo que pertenece al mundo personal de la imaginación o del acto. Desde luego, esto tendría que ver con la violación de determinadas leyes o de seriedad. Es común la asociación del erotismo con el juego y, sobre todo, con un tono intencionalmente relajado. Esto es posible dado que la literatura erótica exalta al amor físico, al pasional, al triunfante, y por ello existe un espacio al júbilo y al juego dada la forma íntima y personal en la que se mueve el erotismo. Su seriedad pues, radicaría en la forma de expresión sobre el acto sexual, y de cómo tener la frialdad para detallar el sexo o la interacción carnal sin llegar a ser por ello explícito o por demás demasiado ilustrado; el erotismo no tiene permiso de ser en extremo revelador, pero sí de reflejar a placer el deseo sexual que el sexo despierta.
Tomando en cuenta que estas licencias están fijadas a términos de autocensura, habría que pensar también que las definiciones a las que está ligada la literatura erótica obedecen a parámetros cambiantes y subjetivos. Más de un lector encasillaría la novela de Clavel como exponente o enaltecedor de la pedofilia sin importar cuánta reflexión o evasión hace el personaje al respecto. Entonces no estaríamos refiriéndonos a literatura erótica, sino a literatura agresora, y aquí volvemos a la búsqueda que defina con exactitud a la literatura erótica, o bien en este caso, al género al que pertenece Las Violetas son flores del deseo.
Existe en ella erotismo pueril que acata las reglas de eufemismo que he estado señalando. Es decir, la autora no revela el deseo por las niñas, sino sólo su deseo como tal. Cierto es que no muchos encontrarán al tema como incitante o sexual, sino lo entenderán como un texto propositivo, arriesgado y perturbante, y si hablamos de culturas sociales más arraigadas, entonces nos estamos enfrentando a una novela absolutamente inmoral y reprobable. Cubrir un punto de vista general se vuelve complicado por la multiforma que tiene el erotismo, y que la novela alcanza a tocar con tintes pasionales y amorosos. Sería necesario plantear el problema del erotismo o de la literatura erótica en relación con la teoría de los géneros y discutir la pertinencia de pensar que puede existir deseo sexual en el estupro y que éste a su vez da pie a subgéneros eróticos. Aunque dicha cuestión rebasa los límites de lo socialmente aceptado, no se encuentra en la novela analizada como un elemento ofensivo o pornográfico, ya que Clavel utiliza la sutileza y la metáfora que hacen la diferencia entre la vulgaridad y el acto sexual. No hay que olvidar que evitando las palabras deshonestas y sustituyéndolas por otras socialmente aceptadas, cualquier tema está permitido entre el público incluido el sexo. José Alonso Hernández lo ve de la siguiente manera: “Tenemos en primer lugar, la designación erótica literal denotativa, es decir, los términos generalmente considerados groseros, razón por la que son rechazados con frecuencia. Este rechazo que, a nivel normativo, extralingüístico desde luego, suele darse también a nivel del habla (“eso no se dice”, “no digas groserías”, etcétera) es el que empuja a la creación de designaciones eufemísticas o metafóricas”. Esta diferencia consiste no sólo en darle forma bella al deseo por Violeta que es de entrada alarmante, sino también dibujarlo a manera amistosa y lúdica para que ningún lector encuentre la novela como grosera u ofensiva. Ana Clavel sabe esto, y cuida su redacción para no dar trámite a la malinterpretación de la novela como un testimonio de un pedófilo, sino como el adentramiento a la visión de un hombre apasionado por las muñecas. Podemos suponer que es la técnica literaria la que rescata o identifica a la obra erótica, y es por ello que sea tan debatible el establecimiento del género. Las palabras en general no son buenas ni malas, ni sucias ni limpias en sí mismas, sino que dependen de la intencionalidad y modo del uso que reciban. Mientras el autor presente un tratamiento de belleza y exaltación más que la excitación explícita y desenfrenada, entonces estamos hablando de una novela erótica per sé.
Naturalmente estoy considerando la cuestión estética en la novela para enfatizar su condición de erotismo y no erotismo. El erotismo y la pornografía no se distinguen ya por su contenido más o menos explícito, ni por su léxico más o menos directo, sino por la presencia de un filtro que opera en lo erótico y que en Las Violetas son flores del deseo funge como censura ante un tema tabú y terriblemente castigado por las sociedades actuales como lo es el libido en sí. Para desarrollar el relato, Clavel aplica lo que parece ser la estética erótica adecuada para no caer en la vulgaridad, pesadez, o dicho en mejor forma, pornografía.
segunda-feira, 13 de abril de 2009
quarta-feira, 1 de abril de 2009
domingo, 22 de março de 2009
quinta-feira, 12 de março de 2009
La Vengadora
sexta-feira, 20 de fevereiro de 2009
Esperamos
yo y mi cama
un tendido de sales viejas
un refrigerador vacío.
Silencio.
Yo y lo que
asumo
era un eco
esperamos la asonancia
como respuesta
como sangre en los ojos
como siempre, la vida y la muerte.
Porque tú no mueres
Alessa del demonio.
Temo el fiero de tu nombre
y castigo (como sea)
esa insolencia ajena al tiempo.
Tú tan voceada, tan intangible
más lejana que la felicidad embruta.
No mueres nunca
ni aun cuando respiro.
No dejas de restaurar tus dientes
en mis repetidas ansias de multiplicarte.
En el sótano de tus paraísos
en la perpetuidad de tus brazos largos
en esta enferma cara mía.
En tu beso de carne cuando duermo
al aire, mi aire, un aire agitado;
un niño temeroso de la materia
y de la silueta que se ha extinto.
Pero tú no, Alessa del demonio
tú no sabes ser unísona
será por ello que te deteste.
Tú no sonríes bonito
ni me enorgullece decir que te quiero.
Dama de hierro sin dama ni hierro
que si bebo a la salud de tus pechos
es para salir de esta muerte
y volver –en cada vez– al mismo sitio.
Más que un hombre
soy un forastero cargado de letras
como fantasmas de sangre
que nunca dejó de tener dieciséis años.
Que se tutea con tu muerte
que palabrea tus intestinos colgando.
Que te quiere muerta, infeliz, destazada
en la insalubre cabeza
de la podredumbre y las bibliotecas.
Como aliento de tierra
el reflejo de eliminar un asco con otro.
Voluntad por permitirme la tez ahumada
la voz que te encuentra
la voz marabunta que te arranque los pelos
como estas ansias de matarte
y hacer de tus días
unas tragedias circulares.
Afirmar el fracaso de Venus
y de tus mártires llorones.
Tu estampa en cualquier laguna
ahí libre te deja libre.
Horror sagrado; el miedo.
Alessa
Violeta
Angelina
Armanda
Luisa
Aléssima del grande y estúpido demonio;
sangrante en la sábana
ciega por las luces negras.
Árbol en agua turbia le duele la vida
y se amanece, cada vez, en sí mismo.
Ay Alessa
maniquí de piernas abiertas
mojadas
Ay del hombre que vea tus octavas
y que pretenda, al final de su caída
seguirse fértil y vanidoso.
Hombres como tales
tronándose los dedos de liebre
pizcando el sabor a charco.
Enamoran a sepultureras
del acaso cañón de su miseria
como si allí existiese
alguna medianamente correcta.
Es la tentación, Alessa
la misma que redactó en saliva y puño
la espantosa vida de Alicia.
La tentación por haberte ahogado en cera hace mil años.
Tentación de humo, sin hueco fijo
sin manera de escapar
del cuerpo humano
el cuerpo lobo
de guardia baja
el cuerpo amante.
Por eso has de beberte al demonio
con ese plástico ardiente de carmina seca.
Para no pedirte yo, ni alguna otra tontería
que te destruyas el nombre
y lo rescribas
en uñas de mujer atacante
cintura de mujer monumento
vientre de mujer entregada
el cuerpo amante.
Al final eres lo que quieras
ojo de muerto
aparición de algún muro.
Fuente evolutiva y la sangre de mis hijos con su propio mundo.
Alessa colectiva, siempre del demonio
siempre de los hombres drogantes contigo
en ti se piensan omnideseados
aquellos tristes errores del infierno.
De infamia transparente
grasa, de total grasa
llenas los besos que se chupan de tus bocas
de tus mil bocas hondas y pesadas
azules, transparentes, pesticidas..
Todas a favor del hambre
por la guerra de voces atrapadas.
A favor de las noches sin ellos
cuando te hartas de ti misma.
Hombres, todos los hombres
que te orillan al intersueño
con la probable fijación
en mantener la esperanza
en las fauces de Alighieri.
Y seguimos esperando.