Una noche, después de clase, llegué a casa pensando en la tarea que nos había encargado el maestro de Cuento esa noche:
"platicar con alguien que casi nunca frecuenten hablarle y elaborar un cuento con lo que les hayan contado. Algún vecino, un primo, el que ustedes quieran, pero tienen que sacarle una anécdota y redactarla".
Sin encender las luces me senté en la sala pensando con quién podría platicar de tal modo que me diera material para llevarle la tarea al profesor.
Cansado de no llegar a ninguna conclusión, me levanté por un café, cuando tocaron a la puerta. Era una anciana que había yo visto platicar con mi madre en la cocina comiendo empanadas de vez en cuando. Era de esas mujeres gorditas medio calvas que se tiñen el pelo castaño, huelen a chimenea y siempre llevan falda negra y blusa pistache de flores moradas.
La señora preguntó por mi madre. Amablemente, y fingiendo que me podía, le dije que no estaba.
Cuando estábamos por despedirnos, la mujer me detiene antes de cerrar la puerta.
-Oye, m'ijo. Tú eres el mayor de la maestra lily, ¿verdad?-
-Sí, señora-
-¿Eres el que está ahí en filosofía?-
-Lo soy-
-Entonces a ti te gusta todo eso de escribir, ¿verdad?-
-Sí, señora. Más o menos de eso es mi carrera-
-Ah, es que sabes que tu mamá me platica mucho de ti y dice que te gusta mucho la poesía. Tengo una poesía que escribí hace muchos años, que dice así...
La mujer, algo nerviosa, comenzó a recitar un poema sin dejar de sonreírme. Lo declamaba a velocidad, respirando de párrafo en párrafo, sin titubear en ningún verso. El poema aquél estaba ahogado en lugares comunes, repeticiones constantes e imágenes aburridas, pero la señora brillaba con su magnánima obra y me la ofrecía a corazón abierto.
Cuando acabó, no pude más que felicitarla. Me hizo recordar lo que yo escribía a los catorce años, pero jamás, ni por error, los hubiese memorizado y mucho menos declamado a un estudiante de literatura en la puerta de su casa.
Después, aún sonriendo, me preguntó:
-¿Por qué crees tú que a los artistas como nosotros nos guste hablar las cosas que sentimos tan adentro?-
Al principio no supe si se refería a un nosotros del tipo tú y yo o a un nosotros del tipo yo y los demás; con timidez bajé la cabeza, le dije lo que ella quería escuchar y nada más. Sonrió al verse alentada e inmediatamente comenzó a declamar un segundo poema.
Cuando acabó, se me ocurrió hacerle la propuesta más despiadada que he hecho en mi vida:
-Sabe, señora, yo laboro en una revista literaria donde publicamos los textos de las personas. Debería enviarme su poema para ponerlo en esta revista y que todos puedan conocerlo-
Muy animada, aquella muejr me respondió:
-¡Ay! Qué bueno, m'ijo, qué bueno. Para que el mundo sepa que Manuelita, la señora de las empanadas, también sabe escribir poesía-
Al maestro le gustó mucho mi trabajo.
3 comentários:
pretendo estudiar filosofia el proximo año en guanajuato
no creo que uno deba de dejar de ser siempre humilde
la señora solo escribia :)
y esos personajes tan pintorescos me agradan aunque muchas veces solo seas pintorescos y no tengan nada que decir
Mira si te impactó Manuelita, la señora de las empanadas. Tanto así ke hoy la mencionaste en tu blog, jaja y como siempre me dejaste pensando, no cabe duda ke cada cabeza es un mundo, cuántas manuelitas-poetas habrá por ahí y nosotros no nos damos cuenta? Dicen ke de músico, poeta y loco todos tenemos un poco, yo creo ke a mi nomás me tocó estar loca. Aunke te diré ke hace algunos años, me gané una plakita muy bonita ke adorna mi sala por escribir un cuento de un sueño ke tuve, jaja kien lo diría no? Era para ganarme un punto en una materia del Tec =P. Ah y por ahi del 4 de abril en mi flog tmb hay un cuento de esos cursis y empalagosos, emocióname a mi tmb y dime ke lo vas a publicar jajaja. Ahh me ganaron los recuerdos, Saluditos chico!!!
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ja,ja,ja, Fue bueno que la escucharas y bueno, finalmente encontraste de quien hablar.
=D
Te envio muchos saludos, bayi
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