Si acaso veo una figura negra
con su vigilia en el rostro
para llevarse el letargo
de mi cuerpo desnudo,
ya no haría falta cerrar los ojos.
Hoy la lluvia regresa helada.
Regresa como cada noche
a golpearme las sienes
y le acompaña el trueno.
Busco en el agua
la figura de aquel afano paraíso
pero no está.
Tampoco el abrazo terso, exacto
que respondería con fuerza materna
A mi eterno contar gotas.
Algo más brota en la cama,
me acompaña un sonido figurado.
Una suerte de fantasma persona
que lame el charco en mi cobija
como burlándose de la creación
que viene a llorar de madrugada.
Se agrandan sus ojos de silueta
y me habla de amor en la noche
sobre esta faja de nadies extraños
donde yo recibo su lengua mojada.
No me pregunta por la hora
ni por el frío que tiene la lluvia.
En el cuarto llueve, sí
pero llueve también
porque se está solo
y nadie, ni yo ni ella ni la lluvia
quiere estar a la intemperie.
Así en pequeño
como nos hemos encontrado
la silueta me dará sus voces,
me conjuga su manto y su gotera,
se ha formado por fría, también está desnuda,
también quiere su lado de la cama.