O todo el mundo está loco
o Dios es sordo.
-Enrique Búnbury.
Siempre me preocupó el problema del mal, cuando desde chico me ponía al lado de un hormiguero armado de un martillo y empezaba a matar bichos sin ton ni son. El pánico se apoderaba de las sobrevivientes, que corrían en cualquier sentido. Luego echaba agua con la manguera; inundación. Ya me imaginaba las escenas dentro, las obras de emergencia, las corridas, las órdenes y contraórdenes para salvar depósitos de alimentos, huevos, seguridad de reinas, etcétera. Finalmente, con una pala removía todo, abría grandes boquetes, buscaba las cuevas y destruía frenéticamente: catástrofe general. Después me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar verdaderamente en serio.
Al llegar a la época de los asesinatos y cruentos del país, había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1º Dios no existe.
2º Dios existe y es un canalla
3º Dios existe pero a veces duerme; sus pesadillas son nuestra existencia.
4º Dios existe pero tiene accesos de locura; esos accesos son nuestra existencia
5º Dios es todopoderoso pero no omnipresente. No puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos quizá? ¿En otras cosas?
6º Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista lucha con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero en general es un desastre.
7º Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es dos veces prestigiado, puesto que se le atribuye a él este universo calamitoso.