domingo, 25 de julho de 2010

Korny Mother Fucker

I'm such a stupid fuck
listening to my head and not my god
constantly thinking, 
and thinking
and thinking
and thinking





Ya antes había comentado sobre por qué considero que Korn es una excelentísima banda, con todos sus atributos, sus altibajos, su sonido y coherencia (por aquí debe de estar esa entrada, quién sabe dónde).

Esta vez quisiera redireccionar ese mismo rubro hacia mi opinión más personal y mi experiencia más íntima con dicha agrupación, alejándome un poco de la "reseña musical" y adentrándome ya en lo que la banda de Korn significa en mi vida personal. Esto claro, si la audiencia así me lo concede y su paciencia para leer esto así se los permita. 

Varias veces he comentado con amigos cercanos que si yo fuera una banda, sería Korn. Esto es, que si toda mi identidad, mi ideología, mi actitud hacia la vida, mis defectos y mis tensiones pudieran de algún modo licuarse y destilarse hasta que resultara de ahí una batería, un vocalista, con sus letras, bajo, guitarras y arte conceptual, el resultado definitivo sería Korn. Ojo que no estoy diciendo que yo sería tan bueno como ellos. En lo absoluto. Me refiero a que esta banda grita lo que yo quiero gritar, lamenta lo que yo lamento y describe con música lo que yo intento describir con mi muy humilde manera de ser, simple, individual y primitiva.






Yo conocí a Korn por medio del mercado negro privado de la técnica 61. Resulta que por allá del año 1999 cursaba yo mi segundo año de secundaria cuando me voy enterando de que en las computadoras del taller de computación algunos alumnos escondían fotografías, juegos y música en ciertas computadoras de la sala para compartirlas entre los demás compañeros; naturalmente se ponía de todo en esas 'carpetas buzón' del contrabando, por lo que teníamos que ser muy discretos a la hora de comentar si había material nuevo (la puerca está en la pocilga), o si se solicitaba más producto del mal (Dice mi mamá que si le puedes abonar lo mismo de la semana pasada). Varias veces nos formatearon las computadoras, pero generalmente casi siempre había material de bandas como Theatre of Tragedy, Slipknot, Resorte, Brujería, Pantera, y por supuesto, Korn.

Dije "producto del mal" porque efectivamente eso era lo que para los padres de los años noventas representaban estas bandas ruidosas, violentas y por demás oscuras. Desde el día en que mi padre me tiró un cassette pirata que tenía de Molotov ya quería saber qué tenían de peligrosas estas bandas tan rebeldes e innovadoras que los padres y los maestros pretendían distanciarnos tanto. Era evidente que existía algo en ellas mucho más fuerte que ellos mismos, y mis deseos por conocer ese 'inmoral y mórbido peligro' no se hicieron esperar.

La primer canción de Korn que escuché fue A.D.I.D.A.S. y eso porque la pusieron en el equipo en donde estaba yo trabajando con otro grupo de compañeros. Ellos lo llamaban "las abejitas pedorras" por la obertura de la canción que simula a un zumbido y por el amplio nivel de creatividad y clase que tienen los pubertos secundarios. No obstante, mi atención se centró en el estribillo de dicha canción: "All day I dream about sex" que se repetía constantemente. Bajo la coincidencia de que en aquellos días se estaban dando en mí los primeros encuentros hormonales y las inquietudes sexuales, inmediatamente pensé "pues estos güeyes de abejitas y de pedorros no tienen nada" y entonces quise escuchar más de ellos. Pensando quizá en que así podría también saber más de mí mismo.


De ahí en delante no recuerdo gran cosa sobre cómo me fui involucrando. Tengo muy presente la primera vez que tuve un disco de Korn en mis manos, tomado sin permiso del cajón de discos de mi prima de 20 años. El Follow the Leader tenía en la portada a una niña rubia jugando mamaleche al filo de un precipicio a punto de caer al vacío por la misma continuidad que le corresponde al juego. El escalofrío que sentí ante la imagen se me tatuó en la espalda y lo recuerdo cada vez que reflexiono por qué me impactó tanto aquel dibujo -además de ser obra de Todd Mcarlane, detalle que obviamente yo todavía no consideraba-. Pensé en aquello que estaba tratando de decirme Korn con dicha imagen: El destino trágico de la infancia, la inocencia asesinada por su propia naturaleza de ingenuidad; la violación, el morbo, la condena, el suicidio individual y el suicidio colectivo. Si bien todas estas imágenes que me hicieron entender inmediatamente por qué mis padres y mis maestros les tenían tanto miedo a estas bandas, no conforman del todo lo que yo opino de la inocencia, pero sí supe que estos amigos del nombre sinsentido y de fotografía tan agresiva iban en serio con el trabajo que estaban realizando, y que realmente sabían cómo impactar y cómo romper las reglas de las casas más conservadoras y autoritarias. Días después, cuando me enteré que en Estados Unidos un jovencito fue expulsado de su escuela por llevar puesta una playera de Korn, ahí me convencí de que esta banda iba con todo y para mucho. Me atrevo a decir que hasta el día de hoy no han dejado de sorprenderme.


Hasta donde las baterías de mi cd-walkman me alcanzaban, escuchaba a Korn debajo de la cama o en el techo de la casa. ¿Quién hubiera pensado que justamente uno de aquellos compañeros que tacharon a esta banda de "abejitas pedorras" vendría con todo su orgullo a prestarme el álbum Issues original y todo? Una vez más, la portada del disco me causó una náusea deliciosa en la espina dorsal de mi cuerpo en desarrollo, y cuando vi las opciones de portada que se habían considerado para caratular a dicho disco, de nuevo, trasgredí la autoridad de mis padres pensando en que esta música, esta banda tan violenta y prohibida iba a enseñarme cosas de las que ellos nunca serían capaces y entonces supe que no podía dejarla pasar, ese negror que las cuerdas y las exclamaciones en la grabación invocaban en mis tiernos doce años de edad.

Ya después, y con la llegada del bendito internet a nuestro planeta, fui conociendo más y más a J. Davis y a su grupo. El arte conceptual del Life is Peachy me dejó helado, y la portada de su primer disco, Korn, ya me decía que la banda era demasiado. Me dediqué entonces a traducir algunas canciones (no es por mamar pero a mis trece años yo ya dominaba un excelente inglés). Make me Bad, Somebody Someone, Hey Daddy, Freak on a Leash y Shoots and Ladders comenzaron a recrearme pesadillas en las cuales, complacido, se me escapaba siempre una sonrisa entera. Cierto que en aquellos días el metal ya ofrecía opciones como Slipknot, Brujería, NOFX y otros, pero yo tenía una conexión muy propia con Korn que iba más allá de su ambientación agresiva y sus imágenes tétricas. No sería sino hasta el lanzamiento de Untouchables que entendería el por qué.

Conforme fui comparando los discos de Korn, noté que su música maduraba de disco en disco. En cada uno proponía, reinventaba, se atrevía y se desarrollaba a sí mismo. Noté que por ejemplo, Slipknot reciclaba sus discos viejos, valiéndose de aquella fórmula del 1995 que habían estado trabajando de toda la vida. Korn se atrevió a dar otra propuesta sin perder la cara que mostraba, y en cada disco siempre tuvo buen éxito (éxito hacia conmigo, no estoy hablando de sus ventas comerciales). Noté que Limp Bizkit ya era una banda hueca para cotorrear, para dar el rol, bailar como simio y para usar la palabra fuck hasta matarla. Korn por su parte manejaba una letra inteligente, profunda, doliente, y siempre bien modulada por las cuerdas explosivas de Johnattan. Pasajes como "angels stabbing me inside", "You want to see the light? So do I", "Everytime, goddamn, I look at my son I see something I can't be, beautiful and care free, that's how I used to be" y más, en conjunto a la algarabía y la voz desesperada pero audible que distingue a Johnattan Davis me hicieron sentir que estaba con una banda que iba creciendo a la par conmigo y que tenía mucho que enseñarme.

Saliendo ya de este tema tan propio, diré que los procesos por los que ha pasado Korn me parecen de lo más ejemplares. Hoy en día pocas bandas se dan a respetar realmente, pero Korn ha sido firme en su esencia y, dicho de ellos mismos, no les interesa hacer dinero, fama, o siquiera el metal. Ellos son músicos, y les interesa hacer música, como saben hacerlo, como se sienten cómodos y como sus propias experiencias así los han educado. Korn no tiene miedo de que la crítica y la gente en general lo tache de poperos, de gastados, o de ridículos. Korn es de las bandas más humanas que he conocido justamente porque nunca se están cuidando de pensar si esto suena muy pop o si deberían agregar más sangre y más mujeres desnudas para que vean que sí son de los malos malísimos malérrimos. Korn toca temas propios de la inquietud humana y sus desvaríos que pocas bandas que no salen de su postura de malos y sodomitas alcanzan a tocar siquiera.
Por dar algunos ejemplos, el video de Hold On pone en escena a los integrantes participando en un concurso de jaripeo. Y'all wanna a Single denuncia la destrucción de la industria musical por causa de las descargas por internet, mientras que Got the Life se mofa de los rockstars posers y plásticos. En Twister Transistor priorizan la amistad sobre la pretensión del género musical al invitar a hip-hoperos como Snoop Dog y X-Zibit a protagonizar el video. Falling Away from me y Freak on a Leash revelan explicitamente el maltrato infantil, mientras que en Here to Stay reconocen la infinita basura que se transmite por televisión. Podría continuar con este listado de temas que Korn abarca: sexo, religión, amor, soledad, odio, pero creo que he dejado en claro que si le pidiéramos por ejemplo a Inmortal que se dejara de hachas y fuegos pero que conserve su identidad como banda, no sabría qué hacer.

Admiro de Korn esa capacidad para proponer ideas y sonidos, y seguir siendo siempre Korn. Admiro la atención y el reconocimiento especial que le dan a sus fans al visitar hospitales, regalar boletos para los jóvenes del ejército, o abrir convocatorias públicas para que algún fan se encargue del arte conceptual de algún video o disco (sucedió con la portada del Issues y con el video de Right Now). Admiro que se rían en las entrevistas, se hagan bromas entre ellos, tomen los temas delicados con la madurez pertinente (como la salida de Head debido a encuentros espirituales que cada integrante de la banda le respetó ampliamente) y sepan responder a sus respectivas familias. Me pareció preciosamente irónico que cuando un reportero acusó a Korn de "lack of family values", la banda organizó un tour masivo llamado, justamente "Family Values" y así taparle enteramente la boca al quimosabi aquél. Eso es mostrarte como ser humano antes que como producto de ventas. Y eso hoy en día se ha perdido entre los grupos.

Desde luego, la imagen con la que se adorna Korn también me acomoda y también me identifico con ella. El pedestal único del micrófono que ostenta Davis es un monumento al erotismo cyber-punk, tema que me ha atraído desde hace un par de años. La experiencia de Davis como ayudante de forense se refleja en sus ideas, y yo he querido aplicar para un empleo parecido mucho antes de saber algo sobre este dato. Sus vestuarios simples, elegantes, austeros y discretos me sientan muy cómodo, y de su arte conceptual ya he comentado bastante. Hablando más de visuales, es interesante señalar que cada integrante tiene su propio estilo característico que define tanto al grupo como al individuo arriba del escenario: El bajista Fiedly (de raíces españolas por cierto) literalmente baila con su instrumento. Davis (de raíces escocesas) brama con el cuerpo, Silveira (de origen aleman y español) inyecta adrenalina desde el fondo con sus gestos, y Munky (mitad italiano y mitad mexicano) es un juguete disfrutando lo que hace ahí arriba.

Si bien Korn no es la banda más completa de este arte, ni tampoco es la más importante, sí es la que reúne todo lo que yo considero que soy y todo lo que estoy aspirando a llegar ser como persona. Gentil pero reacia. Inteligente pero divertida. Atrevida pero seria. Korn conforma, traduce y completa lo que yo entiendo de mí mismo desde los doce años y conforme su música "takes a part of me" ahí seguiré viviendo como ellos me han interpretado.




segunda-feira, 12 de julho de 2010

Cronológica historia de amor.

Nes era mi mejor amiga en todo el mundo. En ese tiempo yo no entendía lo que era el amor, ni mucho menos, pero seguro que era lo que sentía por ella. Debo confesar que no recuerdo cómo la conocí, o cuándo la vi por primera vez. Nes era de esas niñas que viven en tu colonia pero que nunca sabes en cuál casa exactamente. Nunca importó ese detalle con ella, estoy seguro que tampoco recuerda cómo nos conocimos, simplemente existíamos en nuestra forma simple y llana de ser infantes asexuales.
Recuerdo que me dolían las manos cuando la tomaba. Las suyas siempre fueron manos toscas y ásperas, demasiado agresivas para mis manos de niño pequeño, pero jamás la soltaba, nunca se lo reproché, y sobre todo, me encantaba. Me gustaba que fuera tan necia y tan difícil de tratar (supongo que debo agradecerle a ella mi paciencia con el SPM). Luego de haberme cambiado de casa, nunca volví a saber de ella.










Para mi época de primaria, el destino me bendeciría con una señorita todavía más ruda que Nes, pero eso era justamente lo que en mi infancia necesitaba. Súper fue la chica que me escuchaba cuando volvía a casa nervioso y enojado porque Saira no me hacía caso, y estuvo ahí escuchándome siempre, sin hacerme corajes. Eran tiempos en los que no me importaba si las chicas eran muy cuadradas o muy frías. Yo simplemente quería una para mí, y Súper fue la respuesta que obtuve.
Por supuesto siempre la tuve mimada. Le compraba accesorios y cosillas que me alcanzaban, como esa calcomanía de Jumanji que siempre se le vio muy bien. En general, Súper era fea, pero como dije, no me importaba. Cabe señalar que mis primeras travesuras con mis dedos las hice con ella, me gustaba pasarle los dedos en su centro y hundirlos en ella. Podíamos hacer eso todo el día, jugando. 
Me enamoré de ella cuando la vi en los pasillos del Pasito, y en ese instante supe que la necesitaba conmigo.
Luego de muchos años de relación, Súper entonces tuvo una tragedia terrible que me hizo perderla y de la que no quiero hablar ahora. Basta decir que fue algo que tiene que ver con cerrojos forzados, casas solas y falta de joyas en el peinador de mi madre.













Apareció entonces, en la cúspide de mi pubertad casi concretada, la chica más oscura, atrevida y liberal que haya conocido niño alguno. Su nombre era Sesenta, y era una lolita cínica y compartida que yo por supuesto adoraba.
Yo llegué un poco tarde a su vida. Cuando ya ella había estado con mis amigos, con los amigos de mis amigos, con mis primos y con los primos de mis primos. Todo el mundo conocía muy de fondo a Sesenta, menos yo, y eso me hacía sentir bajo. El libido, la negligencia, el sexo en tres dimensiones. Todo eso lo conocí con ella y con otros tres amigos más.
Sesenta iba y venía conmigo a comer en la casa de quien fuera. Nos encerrábamos en el cuarto y sus múltiples puertos cuadruplicaban la diversión y la perversión a niveles estratosféricos. Sesenta era estruendosa y obscenamente perfecta. Entendía que todo el mundo se acostaba con ella no porque fuera accesible o porque fuese la chica de moda de toda la secundaria, sino porque era simétricamente bella, explosiva, y siempre dando de qué hablar con esa enigmática N girando que seducía a cualquier niño secundario.
Fue culpa de Sesenta que entonces yo me dedicara a pedir más, y más, y más de las mujeres. Ya nada me saciaba, quería consumirlo todo, quería tener más, temblar más, coger más. Llegamos incluso a tener un hijo un pequeño Advance que perdimos al poco tiempo y del que tampoco quiero hablar al respecto. Hoy me pongo a pensar que quizá nunca debí haber abandonado a Sesenta por...










...Play. 
Oigan, yo era muy joven todavía ¿de acuerdo? Sé que nunca debí haberlo hecho. Play era inteligente, discreta y tenía una memoria impresionante. Ciertamente era mucho más fea que Sesenta, pero Play ofrecía opciones nuevas que mi gula mental ya me demandaba. Conocí a Play en la casa de mi primo donde nos presentaron, y empecé a tratarla, platicar con ella y me dejó vislumbrado. Play no solamente era inteligentísima, también era violenta. Le gustaba cargar un estuche con todos sus discos que podían pasar a ser desde demos, a juegos originales, piratas y hasta de música. Era increíble la versatilidad y las habilidades cognocitivas que esa chica pre-adolescente ostentaba. Con esta experiencia de intelectualidad distinta, supe que eso era lo que yo realmente quería.
Decía que lo había lamentado porque luego supe que Sesenta, después de esta 'traición' con Play quedó muy muy herida. Creo que hasta cambió sus ropas negras por colores más chillantes y psicodélicos. Me entristeció mucho eso, pero Play ya me había puesto de frente a un espejo y no había vuelta atrás.

















Cubo se apareció en mi vida como cualquier amiga sin malas intenciones. Era una chica japonesa que vino a instalarse en mi casa cuando yo ya había alcanzado cierta madurez como hombre. Aunque Play estuvo de acuerdo en que Cubo se quedara con nosotros, sé muy bien que se moría de celos. Ya no podía escondérmelos. Poco a poco, y con cortejos realmente inocentes, Cubo fue ganando mi confianza hasta que con el tiempo, toda mi atención y degustación era completamente de ella. Así, chingaquedito, expulsó a Play calladita calladita, con todo y su estuche de cosas.

Cubo era muy, muy paciente. Me mostraba el lado inocente y amable de la vida y hacía que las cosas pesadas y violentas no lo fueran tanto. Quizá no era más inteligente, ni más reveladora que aquélla que se fue por la puerta trasera. Lo cierto es que yo era el único hombre en su desamparada vida, y eso me hacía sentir extremadamente bien. 
Para ese entonces, mi desarrollo mental ya se satisfacía con otras cosas, y nunca le demandé a la desamparada Cubo más de lo que podía darme. Si bien no era del todo feliz, sí estaba muy cómodo con ella, hasta que llegó una fuerte crisis y ella tuvo que marcharse, justo cuando mi sensibilidad mental ya terminaba de definirse. Cubo se despidió de mí sin rencores, con un gesto agradecido de paz y sensatez que hacen que hoy la recuerde con gusto. Supe que vivía con una familia de cuatro hijos jóvenes, y que por lo pronto, está muy bien de salud.













Hoy puedo decir que estoy orgulloso de todos estos capítulos de mi vida amorosa. Me he casado con Lalap, que ha sido una verdadera bendición. Es considerada, inteligente, dedicada y va conmigo a todas partes. Me ayuda con mis tareas, duerme comodamente conmigo y hacemos un sinfin de cosas juntos, desde cantar, bailar y ver películas, hasta dormir, leer, trabajar y claro, coger. A Lalap no le falta nada, y a donde quiera que vamos la gente se sorprende de su alcance, su magnitud y su finura de ser como es. Tenemos un bebé llamado Satio y las cosas, los detalles y hasta los problemas se han resuelto de maravilla. Estoy contento realmente, y a todas estas chiquillas les debo el fuerte y gran compromiso que he concretado ahora. He probado y he sabido de antemano la decisión adecuada.